No señores, hagan lo que hagan, el comandante no es eterno, lo único imperecedero es Dios y su único hijo nuestro señor Jesucristo, no sigan blasfemando ni insultando la inteligencia de un pueblo que no merece ser ultrajado como ustedes lo hacen
Ana Martínez ///// abp.anz.prensa@gmail.com
Quienes creemos en Dios, seamos católicos, evangélicos, o cualquier otra representación de la creencia en el Dios único y verdadero, rechazamos de cuajo la idolatría, y cuando esta posee más rasgos políticos que otra cosa más repugnancia nos debe causar.
El oficialismo hizo de la fecha de natalicio de Hugo Chávez una fiesta pagana, es sorprendente como algunos para mantenerse en el poder acudan a un endiosamiento de un líder muerto para seguir usufructuando el poder.
Se debe repudiar, como cristianos, como ciudadanos, como demócratas esta herejía política, este abuso social y esta burda manipulación que un puñado de enchufados hacen de la memoria de un muerto, sin entrar en detalles en sus errores y defectos.
Esta idolatría política que emana de un paganismo activo, que lo promueven los mismos que desde hace 14 años vienen llevando adelante rituales sospechosos, inspirados en la santería, que viene adquiriendo una fisonomía de religión oficial dentro del Psuv.
Para nadie es un secreto que los maduristas de hoy huyen hacia una relación mística con el líder fallecido para sostener un modelo agotado y cada vez más corroído por las negligencias y errores, es la única manera que poseen para medio mantenerse en la vorágine que ellos mismos han desatado.
Colocan al fallecido como un semi-dios, casi por encima del bien y del mal, como si los venezolanos no supiéramos de sus aciertos y yerros, como si nosotros no hubiésemos visto como él, mal o bien, condujo los destinos del país.
No señores, hagan lo que hagan, el comandante no es eterno, lo único imperecedero es Dios y su único hijo nuestro señor Jesucristo, no sigan blasfemando ni insultando la inteligencia de un pueblo que no merece ser ultrajado como ustedes lo hacen.
Los venezolanos conocen que una cosa fue Chávez y otra muy distinta es el señor Maduro, una cosa eran los cantos en cadena nacional y otra las peculiares apariciones de pajaritos preñados de Nicolás; existe un diferencia grande, y la verdad es que éste no calza los zapatas de nadie, absolutamente nadie que haya pasado por el Palacio de Miraflores.
Regresando al tema de la idolatría, mientras ellos siguen recordando lo que ya se fue, quienes amamos la libertad y la democracia, sólo seguimos estos principios que al ser ideales y compromisos de vida son duraremos y resistentes a enfermedades y al paso del tiempo, y en este momento estos pensamientos de progreso son encarnados por un liderazgo que está llamado a ser la guía nacional para sacar a los venezolanos de los actuales derroteros que transitamos.