El expresidente del Instituto Nacional de Deportes y ex Ministro de Información dejó hondo recuerdo en el deporte nacional
La noticia, demoledora, la recibimos fuera del país. Lejos, con la imposibilidad de acompañarle. Y surgieron los recuerdos de más de seis décadas de amistad, de lucha conjunta en varios frentes, que permitió conocerle de primera mano y disfrutar sus virtudes, su solidaridad.
Porque Domingo Eduardo Viña Pacheco («para servirle que da gusto», era su saludo), por encima de su andar exitoso en diversas actividades, fue un caraqueño que rindió culto a la amistad. Que dio y recibió con amplitud.
Producto de aquellos primeros juegos inter-liceístas que organizara Fernando Ríos a finales de los 40, de origen popular, destacó como atleta en beisbol y baloncesto, primero en el «Luis Ezpelosín», desde nivel distrital, jugando campeonatos nacionales y formando en la selección venezolana a los Juegos Centroamericanos de 1954. Viajó después a Buenos Aires en función de estudios y allá, activista en el deporte de la cesta, contribuyó también a introducir el beisbol, regresando con el «Morocho», con que muchos le saludaron luego.
Tomó luego cursos para enseñar el baloncesto, fue iniciador de la divisa Los Cedros e ingresó como instructor a la Escuela de Formación de las FAC, donde sería profesor y jefe de relaciones públicas, al tiempo quer culminaba la licenciatura en Geografía. También dio su aporte a la Universidad Metropolitana.
Su liderazgo se evidenció desde joven en las manifestaciones deportivas y al comienzo las canalizó en el sector estudiantil, formando más adelante en la dirigencia del baloncesto y en la Federación de Beisbol. Impulsó la creación del Colegio de Geógrafos, y una vez jubilado de la Efofac se dedicó de lleno al periodismo, en el cual ya había incursionado como columnista y colaborador. Laboró en Ultimas Noticias y su gestión en el Sindicato de la Prensa proyectó al gremio sus inquietudes y facultades.
Allí hizo méritos para ganar la presidencia del Colegio Nacional de Periodistas y luego estuvo al frente del Instituto Nacional de Deportes. Fue ministro de Información. Y nunca dejó de lado su actitud consecuente con los desfavorecidos, su empeño en la defensa de los principios ciudadanos.
Dicharachero, se aplicaba también con el tango y la música venezolana. Dejó algunos ensayos, muestra de personaje polifacético y permanentemente productivo, inquieto por hacer. Formó honorable familia con su esposa, Soledad Simons, hijas y nietos, siempre baluarte con su ejemplo.
Complicado de salud en los últimos años, luego que una operación le afectó las cuerdas vocales, dejó su Caracas natal (siempre recordó sus vivencias de San José, El Cementerio) y se residenció en Valencia, donde ayer se realizaron sus exequias.
Compadre doble (padrinos de la segunda hija de cada uno), hoy lloramos su ausencia,. Llegue hasta todos sus deudos la palabra de condolencia de todos los míos. Ha fallecido un deportista cabal y un venezolano ejemplar.
Descanse en paz.
Armando Naranjo
donarmandonaranjo@gmail.com
@DonArmandoN