Poco a poco el Gobierno de Nicolás Maduro va definiendo su propia personalidad, e incluso marca leve distancia del desorden macroeconómico que caracterizó la última etapa del mandato de su antecesor Hugo Chávez.
La última de esas medidas ha pasado quizá por debajo de la mesa en medio de otros escándalos de mayor calado para la prensa. El allanamiento de la inmunidad parlamentaria del diputado Richard Mardo, las subastas de divisas convocadas por el gobierno e incluso la persecución a dos editores críticos con el Gobierno de Maduro.
El viernes 26 de julio se publicó en la Gaceta Oficial una resolución que faculta al Banco Central de Venezuela (BCV) para tomar el control de fondos en dólares manejados por otras dependencias del Estado. En cierta medida se ha revertido una medida que tomó la Asamblea Nacional en 2005 al impulsar, tras la insistente campaña de Chávez través del teletón dominical que animaba, Aló, Ciudadano, la reforma de la ley del BCV.
Hace ocho años se estableció entonces un tope en las reservas internacionales con una metodología jamás se ha hecho pública. El resto de los recursos que ingresaba a las arcas del Estado gracias a la renta petrolera era depositado al menos en tres fondos manejados por el Ejecutivo: el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) y el Fondo Chino.
Era la caja chica del Gobierno para ejecutar proyectos que Chávez se sacaba de la chistera y que no pasaban por instancias contraloras. De esa forma el gobierno pudo responder con celeridad cada vez que se anunciaba la creación de una nueva misión, los exitosos programas sociales diseñados por el comandante con asesoría de Cuba para satisfacer a su clientela electoral.
Maduro quiere mantener al menos parcialmente lo que los especialistas llaman la unidad del tesoro, que busca centralizar en un solo ente, en este caso el BCV, la coordinación y el manejo del dinero líquido. Todo parece enmarcado en los recientes anuncios hechos por el actual jefe de Estado de luchar contra la corrupción, un verdadero lunar para la administración de Hugo Chávez. La oposición dice que hasta ahora sólo han caído funcionarios de rango bajo, pero que los grandes capos siguen libres.
Que el BCV haya recuperado parte de sus funciones coordinadoras establecidas en la Constitución no significa que el Presidente perderá poder para manejar esos fondos. “Lo que intenta el BCV es saber con cuánto dinero se cuenta. Pero al Gobierno le interesa disponer de esas divisas para sus propósitos políticos”, explica Asdrúbal Oliveros, socio director de Ecoanalítica.
También incrementa el poder del nuevo ministro de finanzas, Nelson Merentes, en su lucha por suavizar el rígido diseño de la política económica de su antecesor, Jorge Giordani, con la cual se ha llevado al país al borde del caos económico.
No es ese el único cambio en la política económica. Luego de la muerte del líder bolivariano, el presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Rafael Ramírez, acordó préstamos por US$ 10 mil millones con empresas transnacionales de Rusia, China y Estados Unidos para incrementar la producción a 3,3 millones de barriles diarios en 2013.
A Maduro lo han convencido que la única forma de captar más renta es abrirse a la inversión privada para aumentar la cantidad de crudo que produce Venezuela. En el primer semestre del año se produjeron 2,75 millones unos 100 mil barriles menos que en 2012, de acuerdo con las cifras aportadas por el Estado a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Varios expertos petroleros han criticado este nuevo compromiso contraído por la estatal petrolera. Sin embargo, otros analistas prefieren fijarse en la razón por la cual el Gobierno de Maduro se endeuda. Se trata al fin y al cabo de aumentar la producción petrolera. Hay una diferencia importante con respecto al mandato de Chávez. “Pdvsa se endeudaba entonces para alimentar el mercado cambiario y el gasto corriente, o para financiar las misiones o pagar nacionalizaciones”, explica Oliveros.
Este cambio se une a otro ya comentado en su momento. La reunión con el más emblemático de los empresarios locales, el magnate de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, para acordar cómo el gigante del sector de alimentos podía incrementar su producción para paliar la escasez, que en junio alcanzó el 19,3%. Un paso que el último Chávez, el que gobernaba a espaldas de la empresa privada, jamás quiso dar.
Con información de El Pais de España