Con polémicas postelectorales o sin ellas, con Hugo Chávez o sin él, la noria electoral venezolana sigue su curso y ya gira para las municipales de diciembre, siguiendo una lógica impuesta durante el mandato del fallecido presidente que en 14 años llevó a los votantes 18 veces a las urnas.
Esta semana el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) declaró «inadmisibles» los diez recursos de impugnación presentados contra las elecciones presidenciales del 14 de abril, una decisión que reavivó las acusaciones de la oposición y de su líder, Henrique Capriles, contra el poder electoral y judicial.
A pesar de ello, Capriles y la oposición no perdieron la oportunidad de hacer una nueva llamada a sus seguidores a votar en los comicios municipales del 8 de diciembre, para convertir esa cita en un plebiscito que avale un eventual referendo revocatorio del mandato del presidente, Nicolás Maduro.
La Constitución venezolana prevé esa posibilidad a partir de la mitad del mandato de seis años.
La dinámica de convertir cada elección, ya sea municipal, regional, parlamentaria o presidencial, en un referéndum sobre el modelo político se fue instalando en el imaginario colectivo durante el mandato de Hugo Chávez (1999-2013) y hoy tanto Gobierno como oposición parecen dispuestos a seguir alimentándola.
Andrés Cañizález, profesor de Comunicación Política de la Universidad Católica Andrés Bello, indicó a Efe que con Chávez «hubo un cambio importante» en el concepto de las elecciones, convirtiendo estas consultas en un «proceso agónico» en el que siempre se juega el futuro de la patria.
«El chavismo construyó su legitimidad en las urnas jugando a eso, es decir, no es que no vamos a escoger a los gobernadores sino que lo que está en juego es el proyecto político de la revolución», explicó.
A pesar de que días atrás Maduro señaló que las elecciones de diciembre no son un referendo sobre su Gobierno, el presidente ha llamado a los venezolanos a votar a los candidatos chavistas con el fin de que el país tenga los alcaldes «que necesita» para ejecutar el programa electoral gubernamental que presentó en abril.
«No tengo dudas de que la revolución va a salir muy bien, no se dejen engañar», dijo.
La lógica del referéndum continuo es aceptada como fórmula y argumento político por la oposición.
«Yo pido un voto de confianza porque para mi el 8 de diciembre tiene que ser un plebiscito», dijo en junio y ha reiterado el excandidato presidencial Capriles.
Para el politólogo Nícmer Evans, profesor de la Universidad Central de Venezuela, el continuo sometimiento de las distintas propuestas políticas a consulta no tiene por qué ser negativo.
Las elecciones «terminan siendo espacios para opinar sobre el proyecto nacional en combinación con los distintos procesos que se escogen y terminan generando una dinámica», señaló.
Sin embargo y pese al ritmo electoral de los últimos 14 años, «todavía falta mucha más madurez por parte del electorado venezolano» para generar una diferencia entre una contienda y otra, indicó.
Más allá de las características generales de toda consulta, estas elecciones municipales llegan con sus propios aditivos y polémicas.
En el oficialismo suenan voces críticas que cuestionan la designación de candidatos como el animador televisivo Wiston Vallenilla; el exbesibolista y cantante Antonio «Potro» Álvarez y el también pelotero Magglio Ordóñez a diferentes alcaldías, frente a otras opciones que podían haber tenido un mayor perfil político.
En la oposición, por contra, han surgido tensiones y se ha roto la unidad en algunos casos con aspirantes que han lanzado su candidatura sin aceptar la disciplina interna.
Para Evans, el chavismo ha optado por figuras menos políticas en territorios donde tiene menos fuerza y existe un perfil de «antipolítica», es decir, donde no cala el discurso ideológico y prima más el carisma de los candidatos.
En su opinión, estas elecciones «se van a caracterizar por el hecho de no estar absolutamente polarizadas (…) la realidad municipal no es bicolor, es multicolor», indicó.
Por el contrario Cañizález espera «una contienda de mucha polarización, agónica en el sentido de que aquí nos estamos jugando todo, de ambos lados», aunque también ve una visión más pragmática de Maduro que se traduce en un discurso radical pero acciones no tan extremas.
En opinión del analista, Maduro buscará «mantener vivo el legado de Chávez (…) de nuevo refrescar en la memoria de los venezolanos, los chavistas, la memoria de Chávez» para seguir contando con el que ha sido el elemento angular en toda elección en Venezuela en los últimos 14 años.
EFE