Hace unos años fui al teatro con unos amigos. Mi esposo llegó tarde y un poco borracho, pues había pasado la tarde tomando vino en la fiesta de Navidad de la oficina. Por suerte, la obra que estábamos viendo era una comedia, pero él se rio tanto que hasta al elenco le sorprendió su entusiasmo.
Durante el intervalo le compré café para desembriagarlo antes del segundo acto. Para cuando bajó el telón final ya estaba más callado. Pero, ¿es correcto pensar que fue el café lo que le devolvió la sobriedad?
El efecto sedativo de grandes cantidades de alcohol está bien establecido.
Durante la primera hora y media más o menos, cuando las concentraciones de alcohol en la sangre son altas, la gente está más alerta.
A partir de las dos horas de haber consumido el alcohol y hasta las seis horas, las medidas objetivas de somnolencia se incrementan.
La cafeína hace lo opuesto: vuelve a la gente más alerta.
Eso ha llevado a la atractiva idea de que una taza de café puede cancelar los efectos de un vaso cerveza.
Sin embargo no es tan fácil.
Mejor pero no tanto
Históricamente, los estudios sobre el efecto de la cafeína en la habilidad de conducir borracho (en el laboratorio, no en las carreteras) han arrojado resultados contradictorios.
Algunos encuentran que neutraliza la lentitud de las reacciones causada por el alcohol, pero otros comprueban lo contrario.
Un estudio publicado en 2009 fue diseñado para examinar más de cerca los detalles de los efectos de combinar alcohol y cafeína.
A unos ratones se les dio alcohol y luego el equivalente humano de ocho tazas de café. Después de ingerir la cafeína, parecían estar más alerta, pero en todo caso a la hora de atravesar el laberinto que les presentaban lo hacían mucho peor que los ratones sobrios.
Así que la cafeína puede contrarrestar el cansancio inducido por el alcohol, lo que puede explicar por qué es tan popular en algunas culturas tomarse una taza de café al final de una comida.
Pero no puede borrar la sensación de embriaguez o mejorar los déficits cognitivos que tomar alcohol provoca.
La razón es que tenemos que metabolizar el alcohol que nos tomamos para reducir sus efectos. El cuerpo lo procesa de varias maneras.
Gran parte se descompone en el hígado con la ayuda de dos enzimas, alcohol y aldehído desidrogenasa. Después de varios pasos, el alcohol eventualmente se excreta como agua y dióxido de carbono.
Al cuerpo le toma aproximadamente una hora metabolizar una unidad de alcohol, aunque hay quienes lo hacen más o menos rápido, dependiendo de su perfil genético, de cuánta comida han ingerido y cuán a menudo toman.
La cafeína no acelera el proceso, no obstante, sus efectos varían.
A veces es peor
Un estudio, por ejemplo, encontró que una dosis grande de cafeína puede contrarrestar los efectos negativos del alcohol en la memoria, pero que la sensación de mareo permanece.
Otros indican que la cafeína puede empeorar las cosas.
Si uno se siente cansado, es más fácil darse cuenta de que está borracho, pero si la cafeína alivia parte de esa fatiga, uno puede pensar que está sobrio cuando no lo está.
Eso podría explicar los resultados de un estudio hecho con estudiantes estadounidenses en 2008.
Los que escogieron bebidas que contenían alcohol y cafeína, como vodka con Red Bull, tenían el doble de posibilidad de hacerse daño en un accidente y más del doble de posibilidad de aceptar irse en un auto cuyo conductor estaba borracho.
El efecto fue confirmado independientemente de cuánto alcohol habían consumido.
Aunque se trata de un estudio en el que fueron los estudiantes los que escogieron qué tomar y luego reportaron cuánto ingirieron, ilustra cómo la cafeína puede engañar a la gente haciéndola sentir más sobria y algunas de las potencialmente desastrosas consecuencias.
Así que si vuelvo a ir con mi esposo al teatro el mismo día de la fiesta de Navidad en su oficina, sabré que lo único que ayuda es el paso del tiempo… Tendré que escoger una obra que tenga al menos tres actos.
Con información de bbc.co.uk