Universidad y Poder siempre han entrado en conflicto, lo que no significa que no puedan y deban colaborar. En el fondo, Sociedad y Estado, terminan siendo sinónimos. En Venezuela estamos urgidos de esta colaboración y diálogo necesario para asumir la tarea urgente de una nueva Ley de Universidades
La Universidad es una versión de la libertad y no otra cosa es la autonomía. Es el autogobierno y la libertad responsable. Es la exigencia de la razón de conocer, comprender, preguntar siempre. La filosofía y la ciencia, igual que la poesía y el arte, nacen del asombro: es el ser humano interrogándose a sí mismo e interrogando al mundo, a la naturaleza, al universo entero; es la razón intentando sustituir al mito.
La autonomía universitaria nace de estas circunstancias y necesidades. De allí que siempre termina siendo amenazada, fundamentalmente desde el poder, sea éste político, económico o religioso. El poder tiende a avasallar, controlar o mediatizar, y la Universidad – no importa cuán grande sea su crisis – tiende siempre, y de manera natural, a buscar y servir a la verdad, sabiendo que la verdad es nuestra única posibilidad real de libertad.
La autonomía es el termómetro por excelencia de la salud universitaria y democrática, del tipo de sociedad que somos y del tipo de Estado que tenemos. Poder y cultura son antagónicos por definición. El primero existe para reprimir, controlar y administrar, mientras la cultura es libertaria y creadora, y necesariamente tiene que ser crítica y utópica. Unos administran y usualmente se benefician del presente; pero las Universidades y la cultura crean el futuro y posibilitan la utopía.
Como observaba Nietzsche, Estado y Cultura viven en permanente oposición radical.
Universidad y Poder siempre han entrado en conflicto, lo que no significa que no puedan y deban colaborar. En el fondo, Sociedad y Estado, terminan siendo sinónimos. En Venezuela estamos urgidos de esta colaboración y diálogo necesario para asumir la tarea urgente de una nueva Ley de Universidades, de manera concertada, participativa, plural y democrática, que refleje, asuma y garantice el cumplimiento pleno del artículo 109 de la Constitución, es decir la autonomía plena para todas las instituciones universitarias. Esta nueva ley además debe propiciar la reforma inteligente del sistema, de manera gradual y progresiva, al mismo tiempo que se promulguen y asuman las políticas necesarias, en el orden socio-económico para garantizar la estabilidad material del trabajador universitario: obreros, empleados y profesores, así como los presupuestos adecuados, no tanto para soportar un gasto corriente que evidentemente está distorsionado, sino para la inversión creativa.
* Rector UNICA
Ángel Lombardi *