El grupo que está en el poder está agrediendo a las propias bases de su partido, como lo atestiguan las violentas protestas que en la base chavista han generado las imposiciones maduristas, y está agrediendo a toda la población, al destruir la economía sin construir opciones para la mediación de las tensiones sociales
Ocurrió el pasado miércoles 7 de agosto, en Coro, estado Falcón. «Pasadas las cuatro de la tarde, la cajera Yolmarys García del Supermercado Lhau hizo cumplir la regla impuesta por el Indepabis sobre la venta de productos de la cesta básica: no permitió que Frankmary Elianny Duno Medina, de 25 años de edad –datos dados por las empleadas- se llevara más de cuatro paquetes de harina PAN, que eran los permitidos por persona. Como no cambió de parecer fue agredida y su rostro desfigurado por la cliente que, según otras empleadas, es integrante del equipo de pesas de Falcón. La agresora fue retenida por los vigilantes y entregada a una comisión de Polifalcón». Así lo refirió en su edición del viernes 9 el diario El Nuevo Día, de la entidad falconiana.
El mismo viernes 9 el Diario La Voz abría primera plana con esta estremecedora noticia: «Katiuska Yesenia Blanco, de 33 años de edad, y su madre, Marcela Blanco Serrano, de 52 años, fueron acribilladas a tiros la tarde de ayer, en una vivienda de su propiedad, ubicada en la calle Altavista, sector El Tanque, Barrio Unión de Petare. La casa donde se registró el dramático hecho de sangre era propiedad de la familia. Días atrás y según fuentes policiales, la vivienda fue ocupada ilegalmente por un grupo de personas. Luego de varios días tratando de mediar con las personas para que depusieran su actitud, Marcela Blanco y su hija decidieron ir hasta la casa para sacar a los invasores a la fuerza, pero en respuesta fueron atacadas a tiros. En el interior de la casa quedó tendido el cadáver de Katiuska Blanco. Su madre fue trasladada hasta el hospital Pérez de León con varios disparos y murió a los pocos minutos de su ingreso».
Convivencia social fracturada
Lo ocurrido en Falcón es consecuencia directa de las restricciones convertidas en política de Estado por un gobierno que prefiere limitar el consumo antes que estimular la producción. Lo ocurrido en Petare es consecuencia indirecta de una normativa legal aprobada por la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional que despoja a los dueños de inmuebles de casi todos sus derechos, sin tomar en cuenta que en nuestro país la inmensa mayoría de viviendas y habitaciones en alquiler están ubicadas en los barrios populares, espacios donde las diferencias entre inquilinos y propietarios no se resuelven gracias a la mediación del Estado porque el Estado allí sencillamente no existe.
Lo ocurrido en estos dos sitios son apenas ejemplos de una situación grave y generalizada. Prácticamente en todo el país están ocurriendo hechos extremadamente delicados, que revelan una activa y profunda fractura en la convivencia social. La acción perversa del Estado, en unos casos, o su inacción culposa, en otros, han precipitado a la sociedad venezolana y en particular a los mayoritarios sectores de la pobreza urbana en un estado que los sociólogos denominan «anomia» y que en el barrio llaman simplemente «todos contra todos» o «sálvese quien pueda». Presionado en la búsqueda de la sobrevivencia diaria por una crisis económica tan pavorosa en sus efectos como inexplicable en sus causas (en un país con el barril de petróleo a más de 100 dólares y con abundantes recursos provenientes de la hipoteca contraída con China), el venezolano de a pie se ve además en un país sin ley o al menos sin quien las haga cumplir.
Perversión de la justicia
El Estado venezolano, a través de su representación temporal que es el Gobierno, además de quebrantar la Ley (como es evidente por ejemplo en la llamada Gran Misión Vivienda Venezuela, en el marco de la cual se violan desde las leyes laborales nacionales hasta las normativas y ordenanzas municipales sobre dotación de servicios y «retiros», la distancia entre el borde de la obra en construcción y la vía pública), pervierte la justicia, al mal utilizarla como instrumento para criminalizar la protesta social, la lucha reivindicativa sindical y la misma oposición política.
En un país así, con una población acosada por necesidades materiales urgentes y crecientes, sin mediación del Estado porque sus instituciones están (con escasas excepciones) o paralizadas por la ineficiencia, o corroídas por la corrupción, o secuestradas por la politiquería; en una sociedad así, en que una venezolana es capaz de atacar el rostro de otra por un paquete de harina de maíz precocida y en la que unos individuos son capaces de asesinar a balazos a dos damas por la propiedad de cuatro paredes, en un país con estas dramáticas características, la mejor oferta que se hace desde el poder es prácticamente acabar con la única esperanza de paz que le queda a los venezolanos: La Política.
En efecto, la política se inventó para que los seres humanos pudiéramos dirimir nuestras diferencias sin llegar a la violencia. Cuando desde el poder se amenaza, hostiga, persigue y allana a quienes evidentemente optaron por la política, por la vía electoral, como único camino para resolver la ya insoportable situación del país; Cuando desde el poder se transforma en parodia el combate a los grupos paramilitares que se hacen llamar «colectivos» y en vez de castigarlos se les «premia» dándole (ahora abiertamente) armas y uniformes de la República, al anunciar su incorporación a la llamada «Milicia»; Cuando -y esto, aunque no parezca, es lo más grave de todo- el poder decide banalizar su propio perfil, transformando en show lo que tendría que ser su oferta electoral y convirtiendo en un asunto de farándula lo que debería ser un tema de líderes politicos y dirigentes sociales, cuando todo eso ocurre estamos en presencia de la inutilización de la política.
En efecto: Estamos en presencia no de una «ofensiva» del poder contra la oposición. El grupo que está en el poder está agrediendo también a las propias bases de su partido, como lo atestiguan las violentas protestas que en la base chavista han generado las imposiciones maduristas, y está agrediendo a toda la población, al destruir la economía sin construir opciones para la mediación de las tensiones sociales. El grupo que está en el poder, al inutilizar la política como recurso de la sociedad para enfrentar la crisis, coloca a millones («y millonas», acotaría el ya increíblemente ridículo verbo presidencial) no «al borde» sino en el centro de una violencia que no es que «viene» sino que aquí está: el miércoles en Coro, el viernes en Petare, luego en cualquier lugar, en cualquier momento.
Llegó la hora de vencer
Esa es la «estrategia» del grupo que está en el poder. La del más de medio país que se le opone hasta ahora ha sido resistir. Llegó la hora de vencer. Y para eso es necesario CONVENCER. Ese es el reto. Convencer al país de su propia fuerza, de su propia capacidad de salvar la paz, de reconstruir la convivencia, de construir la vida que necesitamos y merecemos. Palante!
Radar de los Barrios
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @chuotorrealba