La historia de México poco habla de Rodolfo Fierro, sólo se dice que “El Carnicero de Pancho Villa” era capaz de asesinar a quien osara contradecirlo. Dicen que no había un hombre tan cruel, despiadado y sanguinario como él
“Rostro oscuro completamente afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros; boca de perro de presa, manos poderosas, torso erguido y piernas de músculos boludos que apretaban los flancos del caballo como si fueran garra de águila. Aquel hombre se llamaba Rodolfo Fierro; había sido ferrocarrilero y después fue bandido, dedo meñique del Jefe de la División del Norte, asesino brutal e implacable, de pistola certera y dedo índice que no se cansó nunca de tirar el gatillo.”
Con estas palabras, el escritor Rafael Muñoz describe a Rodolfo Fierro, gatillero y brazo derecho de Francisco “Pancho” Villa, uno de los grandes líderes de la Revolución Mexicana. Fierro fue conocido entre el grupo del Centauro del Norte como un hombre frío, sin miedo a matar, tanto, que en una ocasión le quitó la vida a 300 prisioneros, uno por uno y a mano propia.
Al estallar la revolución constitucionalista contra Victoriano Huerta en México, Fierro militaba en las filas de Tomás Urbina, otro de los generales villistas de dudosa honestidad. A Villa le llamó la atención su valor y audacia, por lo que supo de inmediato que era un hombre temerario hasta la locura que no temía morir y por eso se le facilitaba matar. Fierro conoció a Villa en septiembre de 1913 y cayó seducido ante el carisma del líder mexicano.
Sin miedo a matar
Nacido en Sinaloa, México, en 1880, Rodolfo Fierro fue garrotero de joven y después ferrocarrilero. A su entrada a la Revolución Mexicana, en septiembre de 1913, fungió como pagador, pero en noviembre participó en su primer hecho de armas, al lado del general Martín López Aguirre.
Poco después, fue nombrado Comandante del Cuerpo Rural de Guías y pronto sobresalió por su intrepidez y su lealtad. A su gente se le asignaban las comisiones más arriesgadas, por lo que pronto llegó a general. Participó en la Batalla de Tierra Blanca, que le dio a Francisco Villa el mando de Ciudad Juárez y su destacada actuación en dicho combate, lo convirtió en el segundo de Pancho Villa, durante la parte más difícil de la campaña contra Victoriano Huerta.
Participó en las tomas de Torreón, San Pedro de las Colonias, Paredón y Zacatecas. Acompañó a Pancho Villa a la Convención de Aguascalientes y permaneció fiel a él. Tenía una innata disposición de verdugo, por lo que era el encargado de dar muerte a los prisioneros.
Movido por este instinto homicida, asesinó a William Benton, ciudadano inglés, cuya desaparición provocaría más tarde un conflicto internacional con Estados Unidos e Inglaterra y a Tomás Urbina, general y compadre de Pancho Villa, temido por todos lo generales constitucionalistas, ya que ganaba la mayoría de sus batallas.
Un relato cruel sobre Fierro, cuenta que forzó a 300 prisioneros a intentar fugarse, para divertirse cazándolos a tiros en su huida, sin más ayuda que la del encargado de cargarle las pistolas, amenazado a su vez de muerte si por su torpeza alguno conseguía escapar.
Rumbo a la muerte
Su actuación en la campaña contra Venustiano Carranza ya no fue tan brillante: en enero de 1915 fue derrotado en Guadalajara junto con Calixto Contreras y Julián Medina y asesinó a traición al general de brigada Benjamín L. En la Batalla de León intentó, sin consultar a su superior, tomar el Cerro de la Cruz, lo que resultó en la muerte de muchos de sus hombres.
Tras este hecho, Pancho Villa, furioso, mandó aprehenderlo y fusilarlo, pero se salvó porque estando herido de bala fue enviado a Chihuahua, en calidad de prisionero. Cuando se recuperó, la División del Norte estaba en decadencia y en sus filas se encontraba poca gente de calidad, por lo que fue perdonado y readmitido.
En la Batalla de Celaya demostró una vez más sus aptitudes de gran guerrillero para acciones estratégicas, pues logró interceptar gran parte de las líneas de comunicación del general Álvaro Obregón. Después fue herido en Trinidad y derrotado en Lagos por el general Manuel M. Diéguez.
Por un exitoso ardid, ocupó León, de donde se dirigió a Pachuca y luego a Ciudad de México, que tomó por pocos días a mediados de 1915. Regresó al norte, fortalecido por las fuerzas de Juan M. Banderas, situándose a la retaguardia del general Álvaro Obregón, pero fue derrotado por el general Joaquín Amaro Domínguez en Salvatierra y en el Valle de Santiago.
Su temeridad lo llevó a la muerte el 13 octubre de 1915, en los pantanos de la Laguna de Guzmán en Chihuahua. Se dice que se ahogó y que su caballo no resistió el peso del oro que transportaba, aunque es difícil concebir grandes riquezas en un ejército en franca derrota. El cuerpo fue sacado por un cuñado de Pancho Villa, el cual le dio eterno descanso en una tumba en Chihuahua. Actualmente su tumba está olvidada.
En la gran pantalla
Hombre violento y desalmado, aunque simpático en el trato y ocurrente, Rodolfo Fierro pasó a la historia como una leyenda más de las construidas en torno a Pancho Villa. Su tristemente célebre fama, llegó hasta el cine mexicano y Carlos López Moctezuma lo interpretó en varias películas filmadas sobre el Centauro del Norte, al lado de Pedro Armendáriz. Al menos en el séptimo arte, Fierro se ganó la simpatía del público
Edda Pujadas
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