Focalizar subsidios: una opción
En medio de la imperiosa necesidad de ajustar los precios de algunos productos y servicios en Venezuela, pero al mismo tiempo, la legítima preocupación del Gobierno Bolivariano de sopesar los efectos para autorizar aumentos, es pertinente retomar la discusión sobre la focalización de los subsidios o su generalización.
Prurito ideológico aparte, debemos analizar con cierta asepsia, los pros y los contras, para finalmente elegir una posición que trascienda el purismo, para optar por una opción un tanto pragmática y adaptada a nuestras circunstancias.
Veamos la primera: focalizar los subsidios. Los defensores de esta tesis arguyen que no hacerlo de esta manera (focalizada) significa beneficiar a quienes sí pueden pagar -a precio de mercado- ciertos bienes esenciales para la vida.
En cambio, los detractores alegan que cuando se permite a los productores de bienes y servicios ofrecer una parte de su producción a precios bajos (o controlados) para los sectores más necesitados y la otra parte a precio de mercado (subsidio cruzado), se termina desamparando a los pobres, porque las empresas se interesan en hacer énfasis en atender al mercado que pague más por sus productos.
Ahora bien, creo que las dos cosas ocurren en la práctica. Sin embargo, debe experimentarse aplicar terapias combinadas para algunos casos en nuestro país. Un estudio documentado por el FMI indica que “solo el 35% del monto destinado a subsidiar los precios de los alimentos llega al 40% de la población de menores ingresos (20% en el caso de los subsidios a los combustibles), en comparación con el 50%-75% que llega al mismo 40% en el caso de transferencias en efectivo bien diseñadas”.
Y quiero hacer énfasis en la última cualificación “bien diseñadas”, porque debe ser el reto, dado que en Venezuela tuvimos experiencias con los subsidios directos -a través de transferencias monetarias- las cuales quedaban en licorerías por la actitud irresponsables de los padres que la recibían.
Pero no hay duda que en el caso de los subsidios al combustible (y algunos alimentos y servicios), en Venezuela se está subsidiando, a un altísimo costo para el desarrollo del país, a una población que utiliza el vehículo de manera indiscriminada.
Ejemplo: mientras el ciudadanos de a pie, ese que toma transporte público, gasta entre 10 y 30 Bs. diarios para ir y regresar de su trabajo, un tanque de gasolina promedio cuesta 5 Bs., lo que le permite al propietario de un vehículo hacer lo mismo (ir y venir de su trabajo) por más de una semana. Valga esta reflexión para profundizar y debatir el tema.
Miguel Pérez Aba