Si quiere verse increíble en las fotos de sus vacaciones en la playa sin necesidad de ir al gimnasio, hoy día se puede recurrir a una variedad de profesionales que se dedican precisamente a eso: hacer que usted se vea radiante y talentoso en internet sin hacer ningún esfuerzo
Lo más probable es que nunca se encuentre cara a cara con ellos, pero hay toda una industria dedicada a ayudar a quien lo solicite –ya sea una persona o una empresa- a manejar su reputación en una determinada área de internet. Por un precio, por supuesto.
James Bradley lanzó su servicio económico de restauración y mejoría de imagen Repixl a principios de año. Él cobra menos de US$15 por alterar una foto y ofrece una variedad de servicios para mejorar la imagen digital a bajo precio. Para alguna gente, dice, editar fotos en la computadora puede resultar complicado.
«Se trata de dar un toque humano, necesitan a alguien que entienda la fotografía».
Aunque Bradley no guarda un registro de las edades de sus clientes, cree que la mayoría son personas mayores. Aunque sus servicios, añade, son muy populares entre los agentes inmobiliarios. «Muchos de ellos usan sus teléfonos para tomar fotos», dice.
«Las cámaras son increíbles, pero la medida de los lentes y el estado del tiempo pueden a veces ser problemáticos. Ellos nos usan para enderezar sus fotos, sacar la basura del fondo o hacer que el cielo se vea azul». «Eso no va en contra de ninguna ley», asegura Bradley.
Un jugador con experiencia
Con más de 10 millones de jugadores en todo el mundo, algunos de los cuales juegan 12 horas o más al día, se hace difícil mantener el ritmo en el amplio universo de World of Warcraft, un videojuego de rol en línea, comúnmente conocido como WoW, de la empresa Blizzard Activision.
Aunque va en contra de las reglas y condiciones del juego, algunos jugadores contratan a un jugador profesional para que juegue por ellos hasta que su personaje alcance los niveles más elevados del juego. Philipp Karbun, quien en el pasado ofrecía esta clase de servicios, le dijo a la BBC que de adolescente, cuando era uno de los mejores jugadores, comenzó a recibir mensajes de otras personas que participaban en el juego pidiéndole su ayuda.
Por lo general, explica Karbun, lo contactaba gente de países ricos como Arabia Saudita. «Al principio, sólo quería ayudar», dice. «Yo era programador de computación y pronto me di cuenta de que podía ganar mucho dinero con eso».
Ahora, con 25 años, Kaburn ya no trabaja para la compañía que fundó. Por los servicios que ofrecía cobraba entre US$200 y US$600 y su empresa empleaba a 10 jugadores a tiempo completo.
Según Karbun, pese a los esfuerzos de Blizzard por frenar esta actividad –expulsando a los jugadores que descubre empleando este truco-, este negocio sigue siendo un éxito, ya que los jugadores profesionales logran burlar a la empresa cambiando la cuenta de sus clientes y empleando toda clase de artilugios.
Director de redes sociales
Dane Cobain es un especialista en redes sociales de la agencia de mercadeo FST Group. Él está a cargo de las actividades en las redes sociales de seis clientes por vez, aunque ostenta un récord de 15. Sus clientes son por lo general empresas, pero también ha tenido individuos, incluidos un artista de hip hop e, irónicamente, un instructor de comunicación.
La agencia de Cobain ofrece una variedad de servicios, desde una asesoría inicial sobre qué estrategias seguir hasta asumir un control total de la actividad en las redes. El costo depende de cuánto apoyo necesite el cliente, pero los resultados siempre son tangibles, explica Cobain.
Twitter sí, tuitear no
Robin Knox-Johnston, el primer hombre en dar la vuelta al mundo -sin detenerse- solo en su bote, no tiene problema en explicar por qué no se involucra directamente en Twitter, a pesar de haber lanzado una cuenta a su nombre a principios de año. Cuenta con 700 seguidores y hasta el momento ha publicado 136 tuits.
«Me convencieron de que Twitter es necesario y yo no tengo ningún interés en tener una cuenta de Twitter», le dice Knox-Johnston a un agencia local. «Pero mi equipo de trabajo me dijo que tenía que tener una y por eso acepté, pero con la condición de que yo no debía hacer nada para mantenerla». Según dice, él escribe sus tuits y los envía a su oficina para que se encarguen de ellos. «No siento que me esté perdiendo de nada, sobre todo cuando veo lo triviales que son la mayoría de los tuits», añade.
Agencias