Algunos circulan sin casco, sin placas, sin luces, utilizan las motos para atracar a los conductores cuando hay colas y cuando no hay también. Emplean la moto para trasladar a niños, a sus familias, sin importarles las consecuencias.
El caos que ocasiona el gran número de motos que circulan por avenidas, calles y autopistas en Caracas es cada vez más preocupante. Andar en dos ruedas pareciera otorgarles licencia para trasgredir todas las leyes. Se han convertido en una seria amenaza para todos y para ellos mismos.
La violación a las normas no es exclusiva de los conductores civiles, también se observa en policías, bomberos, militares, hombres o mujeres que temerariamente se “comen” las flechas, exceden los límites de velocidad, circulan sin importarles a quien agreden o se llevan por delante.
Creo, sin temor a equivocarme, se han convertido en los más temidos y rechazados por la ciudadanía que espera que las autoridades pongan fin a la pesadilla que significa convivir con ellos por estas calles.
No a todos hay que meterlos en el mismo saco, pero los que usan la moto para trasladarse y cumplen las normas, también son víctimas de los abusadores.
Diariamente se produce un sinnúmero de accidentes donde están involucrados motorizados, con víctimas fatales y lesionados.
Se han apropiado de las aceras, se estacionan en cualquier parte. La proliferación de moto taxistas que se adueñan de las aceras, se instalan en cualquier parte es otra arista del problema. Por si fuese poco, las tarifas no son nada solidarias, pues cobran lo mismo que un taxi con aire acondicionado.
Algunos circulan sin casco, sin placas, sin luces, utilizan las motos para atracar a los conductores cuando hay colas y cuando no hay también. Emplean la moto para trasladar a niños, a sus familias, sin importarles las consecuencias.
Destrozan espejos retrovisores de los vehículos y siguen como si nada, en fin, todos sufrimos sus abusos y, lo peor, es que las autoridades no toman medidas para como dicen popularmente “meterlos en cintura”.
Cuando llueve, la ciudad se convierte en un caos debido a que toman los puentes como refugio, dejando solo un canal para la circulación de los carros. Hace un tiempo se anuncio que se crearían refugios para tal fin, pero se quedó en anuncio.
En muchas oportunidades hemos escuchado que se aprobaría un reglamento, pero se ha quedado en eso, en palabras.
En enero de 2013, el entonces director del INTT, Dante Rivas, dijo que hasta esa fecha se había censado 245 mil motorizados , una cifra que habla de la necesidad imperiosa de poner en marcha el anhelado reglamento que permita una convivencia armónica entre peatones, motorizados y conductores de vehículos.
Nadie está en contra de ellos, pero ya el abuso se ha convertido en calamidad.
La gente espera que le regresen la paz, la tranquilidad, las aceras.
¿Qué pasa con las autoridades que no toman las medidas para poner fin a la anarquía? ¿Quién dijo miedo?
* Coordinador Nacional de GENTE “Generación Independiente”
Noel Álvarez / @alvareznv