Aclaro: las alcaldías son necesarias, pero no hay duda que se debe otorgar nuevas funciones para no redundar y optimizar que cada bolívar que salga desde Caracas llegue al pueblo
Las próximas elecciones municipales, mediante las cuales serán elegidos 335 alcaldes a lo largo y ancho de Venezuela, están teñidas de una simbología política que opaca el sentido funcional de estas instancias que representan el primer eslabón de las relaciones del ciudadano con el gobierno, en este caso, el gobierno municipal.
En el ámbito de la polarización política que se vive en el país, la jornada electoral del 8 de diciembre se ha catalogado como plebiscitaria, una vía para demostrar quiénes son mayoría, ¿si el oficialismo o la oposición?, dejando a un segundo plano, las propuestas y ofertas de los candidatos a los gobiernos locales o, lo que pueden representar las alcaldías como una opción que sume a lo solución de los problemas de la comunidad.
En este espacio quisiera compartir algunas reflexiones que creo pertinente debatir previamente, para acto seguido, con total derecho político, pensar en lo electoral, pues se ha desatado una carrera para ganar estas elecciones, pero la gran pregunta es: ¿son las alcaldías verdaderamente funcionales y efectivas para solucionar los problemas más comunes del pueblo?.
En honor a los resultados, creo que no suficientemente funcionales. Tienen limitaciones serias. Ya es sabido, que cerca de 80 por ciento del presupuesto de las alcaldías y gobernaciones, se va en pagar sueldos y salarios. En consecuencia, con un margen de maniobra tan reducido (20 por ciento), las alcaldías no pueden ejecutar políticas públicas de gran envergadura para atacar problemas estructurales.
No es posible ver a las alcaldías con sede en las ciudades de Barcelona (Anzoátegui), Maracaibo (Zulia), Barquisimeto (Lara) y Guarenas y Guatire (Miranda), construyendo un metro o una autopista. Tampoco es posible que las alcaldías emprendan puentes o construyan viviendas. Si a este hecho se suma, el nuevo rol protagónico de los consejos comunales y comunas, se hace necesario hacer una especie de re-ingeniería de las alcaldías.
Aclaro: las alcaldías son necesarias, pero no hay duda que se debe otorgar nuevas funciones para no redundar y optimizar que cada bolívar que salga desde Caracas llegue al pueblo, sin que se quede -la mayor parte de ese bolívar- en la burocracia.
Me permito asomar que las Alcaldías podrían convertirse más en órganos asesores, que junto a los consejos comunales y el poder central, desarrollen mapas de información que ayuden a que las políticas de seguridad social, seguridad pública, alimenticia, e infraestructura, den justo en el blanco.
Las alcaldías pueden ser ese gran ente articulador, que bajo la orientación de los grandes objetivos nacionales, sirva de bisagra, evitando desperdicios innecesarios.
Miguel Pérez Abad