El coordinador del principal partido opositor, Julio Borges, dice a ABC que la lucha anticorrupción del presidente es una excusa para camuflar «la peor crisis económica de Venezuela»
Recientemente el Gobierno de Nicolás Maduro ha emprendido una ola de represión contra los cabecillas del principal partido adversario, Primero Justicia.
Tras haber acusado al diputado opositor Oscar López y al mismo líder opositor, Henrique Capriles, de ser cómplices de una chusca red de corrupción y prostitución homosexual, Julio Borges, coordinador nacional de Partido Justicia, aclara para ABC los fines que persigue la lucha anticorrupción del Ejecutivo venezolano.
— ¿Qué opina de las acusaciones del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hacia el líder de su partido, Henrique Capriles, en las que le señalan como cómplice de una trama de corrupción?
—Creo que son totalmente surrealistas y una artimaña para desviar la atención pública sobre la crisis económica. La realidad es que Venezuela está pasando por la situación más grave de su historia contemporánea. El Fondo Monetario Internacional dice que somos uno de los países con la inflación más alta del mundo (algunos economistas como el profesor venezolano Carlos Raúl Hernádez la sitúan en torno a un 50%); Naciones Unidas dice que estamos entre los cinco países mas violentos del mundo, Transparencia Internacional nos sitúa entre los diez países mas corruptos del mundo. El Gobierno quiere camuflar esta realidad, para ello está intentando aniquilar a Primero Justicia, porque es el movimiento político más importante de la oposición. No es más que el viejo guión cubano de eliminar moral y políticamente a los adversarios. Lo mismo ocurrió en la Unión Soviética y en la Nicaragua sandinista.
—¿Por qué acusan a Henrique Capriles de liderar una red de prostitución homosexual?
—¿Cree que son ciertas las sospechas contra el diputado opositor de Richard Mardo, inmerso en una investigación judicial por fraude fiscal?
—Desde luego que no. Los correos electrónicos aportados por el diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Andrés Eloy Méndez, son «falsos» y contienen direcciones electrónicas «inexistentes». A Mardo se le acusa de evasión tributaria por tener una organización no gubernamental financiada a través de donaciones privadas, cuando la corrupción está en las filas del Gobierno y de quienes manejan los fondos públicos. Además el oficialismo también intenta descalificar a Mardo llamándolo el «Robin Hood» de la oposición.
—¿Y las declaraciones de Henrique Capriles en las que solicita que lo «metan preso»?
—Capriles sabe que al final todas las acusaciones contra Primero Justicia se convierten en ataques personales contra él. Por eso responde de manera personal.
—¿A qué se debe la destitución de la presidenta del Banco Central de Venezuela, Edmée Betancourt, cuando solo llevaba tres meses en el cargo?
—Es una prueba de que la corrupción está enquistada en el Ejecutivo y que no proviene de la oposición. A la expresidenta se la vincula con escándalos de corrupción cuando fue la dirigente del Banco Nacional de Desarrollo (Bandes). El pasado siete de mayo las autoridades de Estados Unidos descubrieron una delito de fraude en el que la gerente de finanzas del Bandes, María de los Ángeles González, esperaba obtener al menos 9 millones de dólares en sobornos que generaban ganancias millonarias.
—¿El Banco Central de Venezuela (BCV) estará en mejores manos con el nuevo presidente, Eudomar Tovar?
—Creo que no va a suponer ningún cambio. La realidad es que la economía del país está paralizada porque no hay dólares, el Gobierno se ha encargado de evaporarlos. El precio del dólar negro se ha disparado a 37 bolívares cuando en el cambio oficial está cotizando a 6, 50.Tenemos un Ejecutivo millonario, gracias a los ingresos del petróleo venezolano, pero toda la productividad del país está estancada.
—¿Considera que el tercer sistema de divisas, el cambio subastado del dólar (SICAD), ha sido positivo o negativo para la economía?
—El objetivo del SICAD era rebajar el valor del dólar en el mercado negro y desde que se ha instaurado ha subido de 31 a 37 bolívares. Así que los datos hablan por sí mismos. Además la mayoría de las subastas son opacas, no está claro quienes son los beneficiarios ni el monto que se ofrece. Por otro lado, las subastas no consiguen alimentar la demanda de dólares del pueblo venezolano. Es como pretender alimentar a un león con comida para gatos.