Nicolás Maduro parece estar consolidándose en el poder ya que los venezolanos están acostumbrándose a verlo en la presidencia pese a las acusaciones de que llegó allí de manera fraudulenta, pero el futuro de la “revolución bolivariana” aún luce incierto ante el latente riesgo de las divisiones internas y una feroz crisis económica que carece de solución a la vista.
“Veo a Maduro consolidando su posición”, comentó desde Londres Diego Moya Ocampos, analista para América Latina de IHS Global Insight/IHS Jane’s.
Prueba de que está ocurriendo puede verse en la reciente designación de Carmen Meléndez, una almiranta cercana al fallecido presidente Hugo Chávez, como ministra de Defensa pese a las presiones de integrantes de las Fuerzas Armadas que deseaban que el cargo recayera sobre un representante del Ejército, dijo.
“Fue una jugada de Maduro para enviar una señal de que él está tan posicionado en el poder que se da el lujo de nombrar al cargo, no solo a otro representante de la Armada, porque [el ministro anterior, Diego] Molero, también venía de allí, sino a una mujer”, comentó Moya.
“Se dio ese lujo […] cuando hay un clamor interno dentro de las Fuerzas Armadas para que hubiese un ministro de la Defensa del Ejercito, que ellos perciben como el componente más influyente y más importante dentro de las Fuerzas Armadas”, agregó.
La designación de Meléndez es señal de que Maduro logró establecer su autoridad entre los distintos y en ocasiones antagónicos sectores que conforman el chavismo y de que al menos por el momento logró establecer una línea de entendimiento con el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien sigue siendo su principal rival dentro del oficialismo.
“Ellos parecen haber entendido que el uno depende del otro, por lo menos por el momento”, dijo Moya.
Pero la relación entre ambos es inestable, pareciéndose más a un matrimonio a la fuerza de cónyuges que se detestan y que no se tienen confianza.
Rasgos del desamor pudieron verse recientemente en una serie de correos electrónicos escritos por el otrora influyente dirigente del chavismo, Mario Silva, quien advertía que la “revolución bolivariana”, con Maduro al timón, siempre correría peligro si Cabello no era destruido.
“En este escenario, ni en ninguno de los que exponga […], el partido apuesta a preservar la revolución. Son muchos los vicios que le aquejan, tendencias y feudos que lo conforman. Nicolás tendría que convocar al pueblo a una cruzada que, en honor a la verdad veo imposible de asumir por las debilidades que el mismo Diosdado ha generado dentro de la estructura que afecta al Estado”, escribió Silva en un correo electrónico a un amigo identificado solo como “Tony”.
“Maduro está obligado, está obligado, a seguir la senda del Comandante [Chávez]; y está obligado a poner contra la pared a Diosdado Cabello. Obligado”, agregó.
Antonio de la Cruz, director ejecutivo de la firma de asesores Inter American Trends, dijo que pese a las apariencias, la relación entre Maduro y Cabello es similar a la del agua con el vinagre.