“Quienes no están con la Unidad están con el gobierno”. Omar Barboza.
El epígrafe que encabeza el artículo describe con claridad el campo en el que se ubican objetivamente quienes por diversas razones han roto el admirable, trascendente, exitoso y poco común acuerdo que se materializa en La Mesa de la Unidad Democrática. Basta con echar una mirada hacia países con regímenes similares al chavista en América Latina para percatarse de la debilidad de la oposición, entre otras cosas por la ausencia de unidad entre las fuerzas democráticas, para calibrar en su justa dimensión lo conseguido en Venezuela.
Los venideros comicios municipales se escenificarán en circunstancias excepcionales, tienen debido a la coyuntura un carácter plebiscitario, aunque algunos hayan considerado un error plantearlos como tal. Por cierto, las elecciones no importa el ámbito en el cual se escenifiquen siempre constituyen un test sobre el estado de la opinión pública. Las municipales realizadas en España a mediados de la década de los treinta del siglo XX produjeron la caída del sistema monárquico imperante en aquellos tiempos y el nacimiento de la II República.
En la presente hora venezolana se votará en medio de la severísima crisis política generada por el agotamiento del proyecto chavista, la desaparición de Chávez y todas las trapisondas que han colocado ilegal e ilegítimamente a Maduro en la Presidencia amen de la no menos severa crisis económica que estamos padeciendo y cuya principal consecuencia es la desbocada inflación que padecemos.
El resultado final de los comicios es clave para acercar o alejar la salida del poder del chavismo, que bien merecido lo tiene. En este particular el principal recurso a disposición del movimiento democrático es la unidad tanto orgánica como programática para sacar a Venezuela de la crisis.
Quienes habiendo aceptado la reglas de juego lanzan candidaturas fuera de la Unidad o llaman a la abstención cometen un acto de irresponsabilidad, de deslealtad y le hacen el juego al régimen en su intención de perpetuar el actual estado de cosas, sobradamente inconveniente a los intereses del país y de los ciudadanos, sobre todo de los más desprotegidos y vulnerables.
Gonzalo González Aguilera