Toros de Aragua acaba de anunciar que decidió prescindir de los servicios del entrenador Julio Toro para la próxima temporada del baloncesto profesional. y revela, asimismo, que está en la búsqueda de un nuevo profesional, en particular con experiencia en la NBA, para que el equipo pueda cumpir el objeto de lograr la clasificación en 2014.
Una larga explicación en la nota de prensa descarga en el calificado técnico boricua todas las causas de que Toros haya sido el último de la tabla. Una posición, por cierto, habitual de la divisa, la que más veces ha cerrado la estadística desde que, en 1974, contribuyó a fundar la Liga Especial.
Muchos entrenadores, venezolanos y extranjeros -la mayoría de ellos con buena calificación- han desfilado por la dirección de los astados. Y ninguno ha podido sacarlos de perdedores. Como será difícil que alguien lo haga – mientras la estructura del equipo sea la misma.
Sería preciso, como en otros casos, que la directiva de Toros mirase hacia atrás y se diera cuenta, como deben hacerlo otros equipos de la LPB, que sin un trabajo de base es imposible tener un plantel sólido, con un personal criollo que apuntale el trabajo de cada temporada y asegure permanente renovación.
Cuestión que, por lo demás debe complementarse con una gerencia que, entre otras cosas, tenga suficiente conocimiento y habilidad para el manejo de cambios y transferencias, lo cual tampoco ha existido, al menos en la última década.
Crear la base exige trabajar duro en el lapso entre temporadas. En promoción, captación de jugadores, formación y desarrollo inicial, que se complemente con la competencia, cuestión por lo demás intimamente ligada al deporte regional que, como en cada disicplina, lo maneja la Asociación de Aragua.
Cabría preguntarse, tratándose de una de las regiones del país donde el baloncesto tiene mayor arraigo -rico palmarés, en un tiempo con hegemonía en la máxima división, en muchos otros consecuente triunfadora en certámenes nacionales de infantiles y juveniles-, por qué jamás ha podido hacerse sentir, siquiera medianamente, en el nivel del espectáculo. AN