La ONU considera que la comunidad internacional ha fallado a una generación
DAMASCO. Estos niños suman la mitad del total de refugiados sirios según ACNUR. Todos están identificados y ya viven en asentamientos más o menos seguros. Hay más de dos millones de niños desplazados en el interior del país. La ONU considera que la comunidad internacional ha fallado a una generación
Un millón de niños se han visto obligados a abandonar sus hogares a causa de la guerra civil en Siria, según han informado ayer el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en un comunicado conjunto. Estos niños desplazados constituyen la mitad de los sirios refugiados, la mayoría de los cuales se encuentran en Jordania, Líbano, Turquía, Egipto e Irak, aunque muchos empiezan a emigrar hacia el Norte de Africa y Europa.
Las cifras
De acuerdo con estas cifras, del millón de niños sirios refugiados en otros países, 768.000 tienen menos de 11 años, mientras que más de dos millones de niños sirios se han desplazado a nivel interno y unos 7.000 han muerto en la guerra civil.
La agencias han explicado que este millón de niños está identificado ya que han ayudado a las familias a conseguir los certificados de nacimiento para evitar que se conviertan en personas sin Estado. Además, la mayorúa de estos refugiados ya viven en algún tipo de asentamiento más o menos seguro, según la ONU.
UNICEF y ACNUR han advertido de que, al margen de las consecuencias psicológicas, «los niños refugiados se enfrentan a peligros como la explotación sexual, los matrimonios y trabajos forzados y el tráfico de menores».
«Me encanta Siria y lo echo de menos»
Aya tiene ocho años y le encanta aprender. Ahora vive en un campamento de refugiados en Líbano, pero añora su casa. «Me encanta Siria y lo echo de menos», cuenta la pequeña mientras recuerda los juegos con sus seis hermanos y las bicicletas. «Empezaron a bombardear nuestra casa, ya no podíamos quedarnos allí, llorábamos mucho».
El padre de Aya se muestra orgulloso de haber podido educar a todos sus hijos por igual, independientemente de que fueran niños o niñas. Pero Aya ya lleva dos años sin ir a la escuela. «Aya y su hermana son las únicas que no han recibido educación, si la situación mejora volverán a Siria para estudiar de nuevo», explica su padre.
La pequeña, que quiere ser médico «para poder ayudar a los niños», se entretiene ayudando en casa y cuida de su hermana con discapacidad. Pero Aya solo es un caso entre un millón, otros niños tienen que trabajar y ninguno sabe si volverá a Siria pero imagina el fin de la guerra.
Agencias