¿Hampones políticamente sostenidos desde distintas esferas de Gobierno?

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No vamos a exponer nuestra vida sin apoyo del Estado y sus instituciones, pobremente armados, frente a unos delincuentes dotados de poderoso armamento y que se insertan en entidades sociopolíticas del Gobierno como son los consejos comunales y las misiones sociales

Estamos persuadidos de esta situación social. El régimen que detenta hoy el poder del Estado y del Gobierno, y que lo hace desde hace ya catorce años, necesita fomentar la presencia de la delincuencia en la calle como forma de debilitar la ciudadanía, de hacerla vulnerable ante la violencia, viviendo en medio del miedo y el temor. En esas circunstancias sólo unos cuantos «atrevidos y osados» reclaman derechos relevantes y transcendentes. Así no habría quien reivindique vivir en democracia y en libertad.

El ciudadano, aquel que valora la convivencia en paz y sosiego, aspira a que en su espacio vital, libre del miedo a perder la vida y del temor a ser despojado de sus bienes, no pululen los valentones, bravucones, malhechores, maleantes y matones. Se supone que garantizar esa deseable condición social es la función ineludible del Estado y de los Gobiernos democráticos, responsables, respetuoso del estado de bienestar y de derechos.

Con seguridad creemos que lo descrito a continuación puede cambiársele el nombre de la avenida, de la ciudad o del municipio, y los lectores concluirían,  ¡eso pasa aquí también y ahora!. Los hechos serán similares; las consideraciones posiblemente sean distintas.

Parejas de motorizados y comienzan a asaltar transeúntes de manera impune y grosera. Son las siete de la mañana del domingo, y en la avenida Washington/Puente 9 de diciembre, en El Paraíso, Caracas, casi un centenar de vecinos ya está en la calle en distintos menesteres. Unos compran la prensa dominical, otros avanzan hacia y desde la estación del Metro Artigas. De repente emergen raudos parejas de motorizados y comienzan a asaltar transeúntes de manera impune y grosera, prevalidos de su poder de violencia e irresponsabilidad y de la ausencia policial. Despojan a personas de sus pertenencias. Casi una hora de terror  y ni un policía o guardia nacional «ni para remedio» en el sector. Entre los vecinos se cuentan luego hechos parecidos, ¡la semana pasada atracaron a tres señoras en el puente!, ¡la gente paga un taxi sólo para que la trasladen hasta el Metro!.

 

¡Ciudadano, no hay gobierno!

Adrián López, un vecino que presencia el vandalismo, decide acudir a la Policía del Municipio Libertador o Municipal de Caracas, cuyo comando central se ubica en la avenida Cota 905. En un cafetín encuentra a cuatro oficiales de policía que toman su desayuno y les narra lo recién acontecido. Las respuestas son patéticas y aterradoras, al tiempo que cargadas de desesperanza. ¡Ciudadano, no hay gobierno, y es muy poco lo que podemos hacer nosotros los policías!, ¡Eso ocurre en toda Caracas, en las avenidas San Martín, la Páez y la Baralt, y estamos impedidos de actuar!

Los funcionarios no se quedaron en esas solas afirmaciones, dice Adrián, ¡mire, ayer sábado, en El Guarataro una treintena de delincuentes tomaron por asalto el barrio detrás del Metro Capuchinos, y con fusiles FAL y rifles de asalto AR15, atemorizaron la comunidad disparando durante hora y media!, ¡ni Cicpc, guardia nacional bolivariana, ni Sebin, ni policía nacional, quisieron atender la situación!, ¡y nuestros agentes no se iban a exponer con apenas una pistola Glock!

 

Consejos comunales liderados por delincuentes locales

Juan Pablo López no obtuvo mejor resultado. Él se dirigió a un destacamento de la Policía Nacional Bolivariana en la avenida San Martín, y las respuestas fueron de similar naturaleza. ¡Mire amigo, los consejos comunales de El Guarataro, la Cota 905, la Morán y La Quebradita, están liderados por delincuentes locales, o los hijos, sobrino y ahijados de sus integrantes son parte de las bandas hamponiles que operan en el municipio!, ¡delincuentes son coordinadores de seguridad ciudadana de los consejos comunales, que están desnaturalizados en sus fines!, ¡nos llaman para enfrentar delincuentes en la comunidad y se trata de atacar a miembros de bandas rivales con las que tienen conflicto o «culebras»!

 

¡Ya veremos qué podemos hacer!

Juan Machado, por su parte, se encaminó al puesto de la Guardia Nacional Bolivariana en la plaza Washington. Semanas atrás se observaba en el lugar casi una veintena de efectivos militares e igual número de motos. Este domingo apenas se encuentran dos. ¡Señor, estamos en cuenta de lo que pasa en el sector, ya son varias las personas que se han acercado a hacer denuncias!, ¡tome nuestro número telefónico y llame cada vez que observe alguna contingencia!, ¡ya veremos qué podemos hacer!.

 

Prohijada desde el Gobierno

Creo que sobran las razones para prejuzgar que esa delincuencia desbordada es prohijada desde el Gobierno. Demasiado es el número de circunstancias para indiciar a ese sector y actor político clave. Delincuentes que portan armamento sólo accesible a las fuerzas armadas militares; Guardias Nacionales Bolivarianos imberbes sin aparente experiencia en seguridad ciudadana y control urbano, con instrucciones expresas de permanecer en sus carpas de calles o plazas; Policías Bolivarianos nacionales, estadales y municipales con armamento precario y limitado.

 

¿Cuál es la política, que no se maten entre ellos?

Llama a suspicacia que el centro de la política de seguridad del Gobierno se enfoca en disuadir los enfrentamientos armados entre bandas de delincuentes en las barriadas de ciudades y pueblos del país. Para ello, para ese fin, se distribuyen importantes recursos del erario público para repartir becas para los hijos de los delincuentes, ayudas económicas mediante misiones sociales para las madres y abuelas de los líderes de bandas, y hasta préstamos de la banca pública para adquisición de mobiliario y remodelación de viviendas ¿¿¿¿?????

Ciudadanos y policías también se preguntan, ¿cuál es la política, que no se maten entre ellos para disminuir las tasas de muertos por armas de fuego, aunque prosigan los robos, los asaltos, los atracos y los secuestros exprés?

Hernán Papaterra / e-mail: hpapaterra@yahoo.com

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