Este despropósito de país no es solo obra del gobierno, también lo es de una parte de la oposición y de la nueva élite social surgida en tiempo de revolución que cohabita impunemente sin tiempo de vida físico para dilapidar sus fortunas mal habidas
Ha salido de pantalla Leopoldo Castillo. Podríamos decir que es el último de los mohicanos de Globovisión. Se va y deja unas palabras para la reflexión, se va con sus virtudes y defectos. Se va con impotencia del querer hacer y no poder.
Se va Román Lozinsky y también Sasha Ackerman. Se han ido muchos que debieron irse y se han ido otros que lucharon hasta el final en medio de una tempestad mediática que amenaza arrasar con todo.
En estos tiempos difíciles, no por la coyuntura política que como todo es transitorio como la vida misma, es cuando más deben prevalecer los valores, méritos y talento, que lamentablemente el juego político no parece ponderar adecuadamente lacerando seriamente el pensamiento libre y el debate abierto de ideas.
Hoy es más importante lo crematístico, que la dignidad.
Así, presenciando este dramático escenario se nos ha venido desmoronando la nación en medio del contubernio compartido entre la indolencia de muchos, los intereses de algunos y a los despropósitos de otros. Y parece que este triunvirato se hubiese convertido en una sociedad de cómplices para destruir el país, motivo por el cual se privilegia más el interés propio y el bienestar personal sobre el beneficio colectivo, produciéndose esa protuberante desigualdad social en todos los órdenes.
La compra de conciencias
Este despropósito de país no es solo obra del gobierno, también lo es de una parte de la oposición y de la nueva élite social surgida en revolución que cohabita impunemente sin tiempo de vida físico para dilapidar sus fortunas mal habidas.
Peor aún ha sido el comportamiento de algunos factores que en el pasado prefirieron resguardar sus intereses conquistados en la era de las vacas gordas y de los amos del Valle para huir despavoridos del país sin un gota de gratitud por la tierra que tanto los dio y que tanto usufructuaron.
La Venezuela que miramos con compasión no cuenta con el afecto ni la querencia de los oportunistas del ayer ni del presente.
Los amos del Valle no tienen estupor ni vergüenza para negociar con los boliburgueses y testaferros de este nuevo ciclo político.
En este desastre que compra medios y conciencias hay una repugnante complicidad que dibuja esta descomposición general que más temprano que tarde terminará en caos, similar a los ríos cuando buscan sus cauces naturales.
Esa advertencia no es de uso exclusivo del suscrito. La ven con preocupación cientos de miles de ciudadanos de este país temerosos de que la bomba de tiempo estalle como volcán en erupción.
País de negociados
Con todos estos karmas el país tiene que luchar a diario porque no tiene otra opción que salir adelante en medio de dimes y diretes y confrontaciones bizantinas de quienes se han acostumbrado a ver a los demás de reojo y con desprecio.
Este es un país donde los cómplices son minoría, pero son poderosos. Este es un país donde la generalidad es el esfuerzo que no es valorado por los que ven a los demás de reojo y con desprecio en medio de una brecha social que crece calamitosamente.
Los ejemplos de Globovisión y de la Cadena Capriles son apenas una brizna de paja en el viento dentro de lo que se teje en todo el espectro nacional. Triste es admitirlo pero día a día nos hemos convertido en un país de negociados que compra conciencias, ideas y dignidades con la utilización de la autocensura para preservar fortunas y mantener el status.
Por eso hay cada vez menos espacios para promover ideas y exponer el libre albedrio.
Peor aún es la autocensura de medios temerosos por preservar sus fortunas.
Cada vez son menos los espacios para opinar y criticar a los unos y a los otros. Cada vez se cierran más puertas y cada día crece más la indignación y el sentimiento repulsivo ante la mordaza y el amedrentamiento.
Desde esta trinchera y sin juzgar a otros por sus conductas y actitudes, seguimos de píe y firmes en nuestras convicciones, sin cortapisas a través de los medios donde trabajo por defender lo que me dicta mi conciencia sin necesidad de convertirme en cómplice de ninguna parcialidad política.
No tenemos por ahora en la agenda ningún interés de ser el último ni de apagar la luz.
Cada quien que asuma su rol. Y su responsabilidad.
ARENA Y CAL
**** PRONÓSTICOS. Al lector le encanta que uno adelante lo que la intuición política nos permite visualizar. Por ahora la oposición tiene seguras en Miranda las alcaldías de Baruta, Sucre, El Hatillo, Los Salias, Carrizal y…¡susto! Guaicaipuro.
**** ESTAS probabilidades por supuesto que pueden variar en la medida en que se aproxime la fecha electoral y vaya desarrollándose la campaña.
**** LA OPOSICIÓN, de acuerdo a los números que manejamos tiene altísimas probabilidades de ganar Independencia -de hecho hoy la está ganando- y Zamora.
**** A NIVEL nacional se manejan números proporcionales que dan ventaja a la oposición 60-40. Visto de esta manera, el gobierno ganará más alcaldías, pero proporcionalmente el adversario obtendrá la victoria en las grandes ciudades.
**** EL 99. Es grande la búsqueda del gobierno por el voto decisivo en la Asamblea Nacional para otorgar la habilitante al presidente. Dicen que por ese voto ofrecen varios «palos» verdes. Y ojo con María Corina porque su suplente anda por ahí como «caimán en boca de caño».
**** SON VARIOS los dirigentes del PSUV en Guaicaipuro que creen que el candidato Francisco Garcés debe aterrizar y hacer más terrenal su acción como aspirante al ayuntamiento del municipio capital. En las primeras de cambio, se ha rodeado de todo menos de los dirigentes que conocen bien a Guaicaipuro.
**** DEBATE. El presidente Maduro nuevamente ha sido víctima de su incontinencia verbal. El día de las elecciones dijo públicamente que estaba dispuesto a abrir las urnas frente a la protesta de Capriles, ahora ha guardado silencio cuando el líder opositor le toma la palabra sobre el debate acerca de la corrupción.
**** LA BASURA en este país se ha convertido en un problema de estado. Por donde quiera que usted pasa hay focos de insalubridad que rayan en las más elementales normas de higiene. Desconocemos si otras naciones subdesarrolladas tienen el mismo problema, lo cierto del caso es que aquí en Venezuela no está ganando la batalla.
La Página de Jairo Cuba