Para quienes amamos a Jesucristo, es difícil entender las razones por las cuales algunas personas lo rechazan y se niegan a escuchar sus palabras, escritas en la Biblia.
“¿A quién hablaré?”. “¿A quién le advertiré?”. “¿Quién podrá escucharme?”. Tienen tapados los oídos y no pueden comprender. La palabra del Señor los ofende, detestan escucharla”, podemos leer en el versículo 10 del capítulo 6 del libro del profeta Jeremías.
Es lamentable observar la actitud negativa, despectiva y hasta de burla que adoptan algunas personas, cuando le hablamos de la necesidad de conocer a Jesucristo, de leer la Biblia y de entregar su vida al Dios creador y misericordioso.
Quienes así proceden, no tienen ni idea de las grandes bendiciones que se están perdiendo y lo más triste es, que no se dan cuenta que el rechazo que manifiestan nos es hacia la persona que les está hablando, sino hacia el mismo Dios.
“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien siendo en forma de Dios no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.”, Filipenses 2: 5-7.
Por eso Jesucristo nos recuerda en el evangelio de Juan, capítulo 12 versículo 48: “El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condena en el día final”.
No rechaces la salvación y el perdón de tus pecados que te ofrece el Padre celestial a través de Jesucristo. Lo único que Él te pide es un corazón humilde y lleno de fe, dispuesto a reconocerlo como su Señor y Salvador.
El cristianismo no es una religión, sino un estilo de vida con Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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