El derecho venezolano Félix Hernández se encuentra en medio de un bajón que atenta contra sus posibilidades de ganar nuevamente el premio Cy Young
El derecho venezolano Félix Hernández lleva cuatro derrotas seguidas.
La noticia en sí no es la seguidilla de cuatro fracasos de uno de los mejores lanzadores de todas las Grandes Ligas en la última década pues es harto conocido el poco apoyo que recibe casi siempre que sale a lanzar.
Aunque es una rareza verlo caer una y otra vez, ¿cuántos juegos por diferencia mínima no ha perdido el Rey Félix a lo largo de sus nueve campañas en las Mayores, todas con los Marineros de Seattle?
Sin embargo, a pesar de la mediocridad de este equipo, que desde el 2005, cuando Hernández llegó a Grandes Ligas con 19 años, nunca ha llegado a la postemporada y apenas en dos ocasiones ha tenido récord positivo, el serpentinero se las ha arreglado a fuerza de talento para establecer un balance de 110 victorias y 84 fracasos y sólo en el 2008 perdió cuatro encuentros en fila.
Lo preocupante esta vez, donde en realidad está la noticia, es que ha sido bateado con una libertad desacostumbrada para un serpentinero de su clase.
En este lapso, el venezolano ha trabajado 20.2 episodios, en los que ha tolerado 25 imparables y 18 carreras limpias, para una efectividad de 7.84, elevadísima para cualquier lanzador, pero sobre todo para alguien que trabajaba para 2.44 antes de entrar en la mala racha y lo hace para 3.19 de por vida.
¿Problemas en la mecánica de pitcheo? No parece ser, pues su control sigue bien y salvo en la primera de estas cuatro derrotas, el pasado 17 de agosto ante los Vigilantes de Texas, en que concedió cinco pasaportes, sólo transfirió a un hombre por juego en los siguientes juegos frente a los Angelinos de Los Ángeles, los propios Vigilantes y los Reales de Kansas City.
Su velocidad se mantiene estable también y prueba de ello son los 22 ponches propinados en esos 20.2 innings, a uno y fracción como promedio por cada episodio.
¿Cuál es el misterio entonces? El lunes, en su derrota ante los reales, el venezolano fue removido del encuentro tras seis capítulos o dos tercios de labor, al parecer por una contracción muscular en la espalda.
Siempre me he preguntado por qué El Rey Félix prefirió amarrarse a los Marineros con un contrato que si bien le resuelve las preocupaciones económicas a varias generaciones futuras de Hernández, limita sus opciones de cumplir el sueño de cada pelotero de ganar una Serie Mundial.
Cada cual sabe cómo maneja su vida y su carrera, pero me hubiera gustado ver a un pitcher de su talla en un equipo competitivo, sacando lo mejor de sí en una postemporada.
Ojalá esta mala racha sea sólo eso: una mala racha normal en los grandes deportistas y que detrás de todo no haya un problema de lesiones.
Y ojalá también que no sea Félix Hernández la versión pitcher de Erie Banks, el estelar campocorto de los Cachorros de Chicago, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, quien jamás en 19 años de carrera conoció el derroche de adrenalina que trae jugar en una serie de playoffs.
De todos modos, Hernández sólo tiene 27 años y le queda tiempo para que su equipo alguna vez vuelva a ser competitivo. La esperanza es lo último que se pierde.
Infante también
Luego de conectar dos jonrones el sábado, el venezolano Omar Infante dijo que ha tratado de mantener las manos por encima de la bola y conectar líneas desde que volvió de la lista de lesionados.
Los resultados en las últimas tres semanas significan que los Tigres cuentan con otro bateador peligroso.
Después de su gran juego vs. Cleveland el sábado, Infante conectó par de hits más el domingo, incluyendo un doble en el noveno inning.
Desde que volvió de la lista de incapacitados (sin incluir el juego del lunes en Boston), Infante lleva de 75-27 (.360) con 11 empujadas y OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de .862.
El intermedista está demostrando el equilibrio que quiere ver el manager de los Tigres, Jim Leyland, en sus infielders del medio del cuadro: darle con fuerza a la bola, pero sin empezar a elevar los batazos demasiado.
«Omar Infante no es un bateador de poder, pero como han visto, es capaz de dar jonrones», dijo el piloto. «Si ve el pitcheo indicado, le da bien y la saca. Pero no es un jonronero…
«Omar es un bateador muy talentoso», continuó Leyland. «Es un pelotero de mucho conocimiento. No dice mucho, no habla mucho, pero es un jugador de mucho conocimiento».
Jorge Morejón
espndeportes.com