Es muy fácil echarle la culpa al gobierno, sí bien es el autor material del deterioro de nuestra calidad de vida en los años recientes, el autor “intelectual” es el pueblo por haberlo elegido y permitido.
Desde los 90’ Venezuela no ha hecho más que retroceder, a niveles en que en los hospitales hoy los recién nacidos son depositados en cajas de cartón, a niveles de no conseguirse papel toilett, a niveles en que la delincuencia es la única actividad realmente lucrativa motivado por el deterioro de las instituciones encargadas de impartir justicia y del derrumbe de nuestro aparato productivo.
A naciones como Argentina y Brasil les ocurre solo el 5% de lo que a nosotros nos acontece y sus ciudadanos presionaron hasta el punto de obligar a sus gobernantes corregir los errores que repercuten negativamente en el seno de sus respectivas sociedades, pues la visión que ellos tienen de sus gobernantes dista 180° a la nuestra, para ellos los gobernantes son empleados obligados, óigase bien, “obligados” a resolver los problemas del país, para nosotros son Mesías, comandantes, líderes supremos, jefes incuestionables que nos dan ordenes, nos mandan y, dicho sea de paso, les tememos, básicamente el pueblo venezolano no elige gobernantes sino reyes y reyezuelos, aunque suene medieval en pleno Siglo XXI. El 8 de diciembre los venezolanos vamos a elecciones, la polarización reinante evitó que se haya elegido los mejores candidatos, sino aquellos que las alianzas políticas de simpatía indiquen.
Las elecciones municipales han perdido importancia, sin embargo, son probablemente las más importantes por cuanto las Alcaldía son la forma de gobierno constituido más cercana a la gente y que repercuten directamente en nuestra calidad de vida en cuanto al mantenimiento de las calles, aceras, servicios de aseo, iluminación, seguridad ciudadana, recreación, urbanismo y otras tantas funciones que hoy brillan por su ausencia y han hecho de nuestros pueblos y ciudades escombros habitados.
El Poder Popular, consejos comunales y comunas, tiene su espacio específico, destinado a complementar las gestiones públicas, proceso que se encuentra en lenta construcción.
Muy personalmente considero que el 8D posee una tonalidad plebiscitaria, decimos; conocer quien de los dos bandos, gobierno u oposición, tienen mayor respaldo popular, porque para esperar que alguna elección depare buena gestión pública como consecuencia de haber electo los mejores candidatos y por ende el mejor gobernante nos falta mucho.
Leandro Rodríguez Linárez
Twitter: @leandrotango