MOSCU. Dividido sobre Siria, que ha monopolizado buena parte de las reuniones de los dos últimos días en San Petersburgo, el G20 se comprometió este viernes en San Petersburgo a luchar contra la evasión fiscal y a fomentar el crecimiento.
Entre los compromisos plasmados en su declaración final figura el de empezar a intercambiar, para finales de 2015, y de manera automática, información para luchar contra la evasión fiscal, regular el sector bancario «en la sombra», que actualmente elude la regulación convencional de crédito, o cerrar los portillos que utilizan las multinacionales para evitar pagar impuestos o pagarlos en los países más magnánimes.
El presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, anunciaron este viernes al cierre del G20 su satisfacción, olvidando por un momento sus divisiones sobre la eventual intervención armada contra Damasco.
«Hay mucha convergencia en el diálogo de este G20», más allá de las tensiones diplomáticas, dijo Hollande.
Merkel, por su parte, se alegró de los «buenos rendimientos» de este encuentro en lo que a asuntos económicos se refiere, basado en la «constatación conjunta de que dependemos los unos de los otros».
El ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, aseguró que la cumbre se desarrolló de «manera consensuada» en lo que respecta a los grandes asuntos económicos de la agenda. «Si comparamos con hace un año, el cambio de humor es más que evidente», dijo a la AFP.
Concebido inicialmente como un foro reservado a los debates económicos y financieros, su última edición se ha convertido en plataforma de negociación diplomática para tratar de buscar una salida a la crisis en Siria.
Las ediciones anteriores mantuvieron el foco en la preocupación que suscitó la zona euro. En esta ocasión la preocupación se ha trasladado a las turbulencias que sobrevuelan a los países emergentes.
«Por primera vez en tres años, en vez de discutir sobre la crisis financiera europea vemos a una Europa que ha salido de la recesión», dijo el presidente estadounidense, Barack Obama.
«Esperamos que la zona euro haya salido del hoyo», dijo la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, a la prensa al término de la cumbre en San Petersburgo.
Es particularmente el caso de España, recordó el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Por suerte, dijo, «España ya no es noticia» por su crisis de la deuda y de lo que se habla ahora es de «cuándo vamos a crear empleo de manera estable», dijo.
No obstante, en su comunicado final, los miembros del G20 consideran que la recuperación mundial es «demasiado débil» y hacen hincapié en el «crecimiento desacelerado de los países emergentes».
Como pedían los BRICS, el bloque de emergentes integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los bancos centrales del G20 «se comprometieron a que cualquier cambio en las políticas monetarias se sopese con prudencia y se informe (de ellos) claramente».
Se trata de un mensaje para la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha anunciado el final de su política monetaria de incentivos anticrisis, que supondrá, sin duda, un aumento de las tasas de interés, suscitando el éxodo de los flujos financieros de los países emergentes y con ello la devaluación de las divisas, en particular la rupia india, el real brasileño y el rublo ruso.
Los países emergentes prometen en el comunicado que adoptarán las «medidas necesarias para sostener el crecimiento y mantener la estabilidad, lo que incluye acciones para mejorar sus fundamentales, mejorar la resistencia a los choques externos y reforzar los sistemas financieros».
En conjunto, esta cumbre, que certificó el fin de la crisis aguda de la deuda en la zona euro, también consagró la prioridad dada al crecimiento con relación a la austeridad presupuestaria.
Sin embargo, no se puede bajar la guardia. «La consolidación fiscal, sobre todo en los países fuertemente endeudados, sigue en vigor», aunque muchos líderes «han asegurado que eso no debe ser un obstáculo para estimular el crecimiento económico», dijo el jueves el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov.
AFP