La mayoría de las mujeres mayores de 25 años se habrá enfrentado alguna vez con esas miradas preocupadas de madres y abuelas, que preceden la grave pregunta formulada en un susurro: «¿No crees que ya es hora de empezar a pensar en tener hijos?». ¿Y si muchas de las creencias que tenemos sobre el impacto de la edad y la fertilidad no fueran ciertas?
Tómese por ejemplo esta estadística que se cita con frecuencia: que una de cada tres mujeres de más de 35 años no podrá concebir después de un año de estar intentándolo. Jean Twenge, una psicóloga de la Universidad Estatal de San Diego, en Estados Unidos, tenía 34 años cuando se casó, empezó a buscar hijos… y escuchó esos mismos datos de su médico.
«Para mí fue algo aterrador, como es para muchas mujeres que ya están en sus 30», cuenta.
Enfrentada a esas probabilidades, Twenge se propuso averiguar de dónde salía la estadística. El descubrimiento fue sorprendente. «Los datos en los que se basa corresponden a Francia en el siglo XVIII. En ese entonces juntaron todos los registros de nacimiento de la iglesia y salieron con esta estadística sobre cuán posible sería quedar embarazada después de cierta edad», cuenta.
Las mujeres de entonces no tenían acceso a la salud pública moderna, nutrición o incluso electricidad. ¿Cómo puede un investigador pensar que estos datos nos pueden decir algo útil sobre la fertilidad en tiempos modernos?
Bueno, en realidad esos datos representan una gran ventaja para los estudiosos: eliminan el factor «método anticonceptivo efectivo» de la ecuación. «En este aspecto puedo sentir un poco de empatía con los investigadores», concede Twenge, quién rastreó la fuente de los datos cuando hacía la investigación de su libro «Guía de una mujer impaciente para quedar embarazada» (An Impatient Woman’s Guide to Getting Pregnant).
«Es difícil sacar conclusiones sobre edad y fertilidad de poblaciones modernas cuando los controles de embarazo se usan ampliamente».
El más citado de nuestra época
Sin embargo, hay algunos estudios con parejas modernas que pintan un panorama distinto.
El más citado es el ensayo de David Dunson, publicado en 2004, que determinó que el 82% de las mujeres entre los 35 y 39 años quedó embarazada en menos de un año. Es una probabilidad significativamente mejor que la que ofrecían los registros de hace 300 años.
¿Podemos confiar en que estos datos son más precisos?
Sí, afirma David James, del grupo de desarrollo de directrices de fertilidad del Instituto Nacional del Reino Unido para la Excelencia de la Salud y el Cuidado (NICE, por sus siglas en inglés).
Ahí radica el principal problema con los datos históricos, enfatiza James: posiblemente las mujeres «estudiadas» en el siglo XVIII no estuvieran intentando tener bebés después de alcanzar cierta edad. De hecho, es probable que estuvieran intentando activamente no quedar embarazadas. Quizás ni siquiera mantenían relaciones sexuales.
«No hay duda de que el coito es menos frecuente en la medida que la pareja se hace mayor», señala James. Y en el 1700 las personas envejecían más rápido que hoy.
Otro descubrimiento del estudio de Dunson fue que, si bien la fertilidad declina con la edad, no pareciera que lo hiciera tan rápido como creemos. Entre las mujeres de 27 y 34 años, el estudio encontró que el 86% habrá concebido en menos de un año de intento. Por comparación, la cifra de 82% para las mujeres entre los 35 y 39 es tan sólo un poco más baja.
A partir de aquí el panorama es un poco menos auspicioso.
La neblina de los 40
«A partir de la limitada y baja calidad de los datos que tenemos, pareciera que la tasa cae significativamente (con los 40). Pero tal y como sabemos por algunos casos de celebridades, no es imposible quedar embarazada al principio o incluso hacia el final de los 40», recuerda James.
El especialista agrega que existe evidencia de que la fertilidad de la mujer está mejorando.
La última actualización de las directrices de NICE sobre fertilidad reconoce que «las probabilidades de una mujer de concebir de forma natural a los 40 son mucho más altas ahora que cuando se escribieron originalmente (en 2004)», explica James.
¿Qué hay de los riesgos de anormalidades cromosómicas, como el síndrome de Down? Para James, existe la posibilidad de que esto también se haya exagerado.
Según el especialista, la posibilidad de una anormalidad cromosómica a los 20 años es de 1 en 500. Esta cifra aumenta a uno de cada 400 cuando se cruza la barrera de los 30 años, y a uno en 60-70 cuando se llega a los 40.
«Si volteamos esas cifras, lo que significa es que 59 de cada 60 mujeres de 40 años no tendrán bebés con problemas cromosómicos».
Si bien es más difícil para una mujer mayor quedar embarazada y las posibilidades de un niño con anormalidad cromosómica aumentan, estos problemas no se incrementan con la edad tanto como tememos. Quizás la excepción sea para aquellos que están intentando fertilización in vitro (FIV) o inseminación artificial.
«Esas estadísticas son más descorazonadoras para las mujeres mayores», explica Twenge. «La diferencia en las tasas de éxito en FIV entre principios y finales de los 30 años es mucho mayor que la diferencia que hay en la concepción natural».
Lo mismo ocurre con la inseminación artificial. Los datos muestran que las tasas de éxito sencillamente no son tan altas como los índices de embarazo natural y pueden distanciarse tanto como 20 puntos porcentuales. Pero muchos de los problemas de fertilidad que experimentan las mujeres de más de 30 años no tienen nada que ver con la edad. Si hubieran intentado concebir a los 20, también hubieran encontrado dificultades.
«Creo que los médicos que dan un consejo generalizado a las poblaciones están haciendo todo tipo de suposiciones», explica el profesor Lord Winston, uno de los expertos más notables en fertilidad. «Eventualmente descubrimos que buena parte de este consejo es falso e innecesario y con frecuencia equivocado».
Pero, ¿existe algún consejo «generalizado» que Winston pueda ofrecer? «En realidad sí: la mejor manera de tener un bebé es en la cama o junto a la chimenea, en la alfombra de corazón».
BBC Mundo