El baloncesto español ha sido, en los últimos tiempos, de arrolladora presencia en Europa. Y llegó hasta disputar cesta a cesta una final del mundo con Estados Unidos, perdida pero con mucho que discutir. Alto nivel conseguido a través de un desarrollo global de la disciplina que le permitió salir de lo discreto, alcanzar a las potencias del continente y terminar colocándose varias veces en el tope, incluso exhibir una vitrina como sus representantes en la NBA.
En el actual clasificatorio para el mundial, los hispanos iniciaron un tanto vacilantes, perdiendo 3 juegos en la primera ronda. Falta el buque insignia, Pau Gasol, pero el desarrollo permite, de cualquier forma, presentar un cuadro con calidad, un plantel de potencia y profundidad.
Ayer explotó “la armada espanola”. Al comenzar los octavos de final y enfrentando a Serbia, un adversario con poder -pese a la escisión yugoslava, su baloncesto sigue siendo prolífico-, sorprendieron por lo contundente de su triunfo. “Sacaron de la cancha” al rival con un primer cuarto de precisión en ataque y cerrada defensa que dejó a Serbia en 5 puntos!, dominaron 48-23 a la hora de ir a camerinos y terminaron ganando 90-60 luego de pasajes en los cuales pusieron casi 40 de diferencia (71-32 a 1:54 del tercer lapso).
Mecanismo casi perfecto el de los ibéricos: defensa intensa y bien combinada, trabajo exitoso en los tableros, manejo eficiente del balón, juego interno y externo, puntería letal.
Quedan, desde luego, otros obstáculos. Pero, por ahora, se meten por octava vez en cuartos de final de Europa (solo URSS-Rusia, con 21, y Yugoslavia-Serbia, con 10, tienen más), consolidados entre las potencias del continente -rumbo al Mundial que presentarán en 2014- y con la demostración de que, cuando hay desarrollo, no pesa tanto la ausencia de algún estelar. Como que se trata de un juego de conjunto. AN