El papa Francisco volvió hoy a realizar un fuerte llamamiento para que «cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión».
Este fue el grito del papa en su homilía de la misa que celebró ante la Basílica de San Francisco de Asís, en Umbria, en el centro de Italia, una ciudad que ha elegido para rendir homenaje al santo del que eligió su nombre como pontífice.
El papa Bergoglio pidió después que «escuchemos el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Tierra Santa, tan amada por San Francisco, en Siria, en todo el Oriente Medio, y en el mundo».
En su homilía, el pontífice argentino también recordó que san Francisco es conocido además de por ser el santo de los pobres, también por la defensa de la creación y a este respecto pidió que se respete la creación y que el hombre no sea «instrumento de destrucción».
El que fuera arzobispo de Buenos Aires comenzó su sermón explicando que hoy llegó a Asís como un peregrino más para «dar gracias al Padre por todo lo que ha querido revelar a uno de estos pequeños de los que habla el evangelio: Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís».
Y recordó que tras el encuentro con Jesús, Francisco «se despojó de una vida cómoda y superficial, para abrazar a la señora pobreza».
El papa también explicó «que muchos asocian a Francisco con la paz, pero pocos profundizan» y aseveró que la llamada «paz franciscana no es un sentimiento almibarado» y tampoco «una especie de armonía panteísta con las energías del cosmos».
«La paz de san Francisco es la de Cristo y la encuentra el que carga con su yugo (…) Y este yugo no se puede llevar con arrogancia, con presunción, con soberbia, sino sólo con mansedumbre y humildad de corazón», agregó.
La misa fue uno de los numerosos actos en los que el papa intervendrá hoy en Asís, ya que entre otras cosas tiene previsto almorzar con los pobres en el centro de acogida que tiene Caritas en la ciudad.
EFE