Cuando el productor de videos de comerciales Danny Ip quiere desahogarse, no va ni a un centro comercial ni a un karaoke, como hacen tantos en Hong Kong.
A sus 27 años, Ip prefiere frecuentar un edificio de oficinas sin demasiada gracia donde puede elegir entre escaparse al Lejano Oeste, vivir una aventura en la China de las artes marciales, adentrarse en una cruenta casa encantada o en una tierra de dibujos animados. Eso sí, sólo por 45 minutos cada vez.
Ip es un fanático de los «juegos de escape», la última tendencia que triunfa entre los jóvenes de Hong Kong.
«Hong Kong es una ciudad congestionada. No tenemos mucho tiempo para la distracción», comenta Ip tras jugar con tres amigos.
«Siempre hacemos lo mismo, ir al karaoke o a un bar. Es lo mismo una y otra vez. Pero esto es nuevo y diferente, por eso nos divertimos tanto aquí», agrega.
Su amiga Ofelia está de acuerdo: «Es muy inteligente e imaginativo. Te encierras en una habitación y tienes que exprimirte el cerebro para poder salir. Creo que es divertido».
El grupo acaba de conseguir resolver una serie de rompecabezas para conseguir escapar de un país de vaqueros.
En realidad, jugaban en una serie de tres pequeñas habitaciones diseñadas para parecerse el Lejano Oeste.
Se trata del equivalente físico de los videojuegos a los que Ip jugaba de pequeño, pero en lugar de jugar solo, tiene que unir fuerzas con al menos otra persona para resolver enigmas y descifrar códigos en equipo.
«Escapar de la realidad»
Los juegos los ofrece la firma Freeing Hong Kong (FHK), pionera en la ciudad.
FHK fue fundada hace algo menos de un año por Raymond Sze, estudiante universitario de 20 años.
Según Sze, 100.000 personas han jugado en FHK. La compañía cuenta con cinco sucursales en Hong Kong así como otras en Taiwán, Singapur, Macao y Cantón (China).
Todos los juegos son creados por unas tres docenas de desarrolladores liderados por Sze, cuyos padres, también empresarios, preferían que se dedicara a estudiar y no a los negocios.
Pero Sze, que obtuvo su primer trabajo a los 16 años, tenía otros planes y se moría por empezar con su propia empresa. Su sueño se hizo realidad a los 19 años cuando fundó FHK junto a tres amigos.
«Una de las razones por la que a la gente le gusta jugar aquí es porque ofrece una experiencia diferente. Tal vez quieren escapar de una realidad muy estresante y competitiva», dice Sze.
«No es porque necesiten pensar en ganarse la vida o tener para comer, es algo sobre las expectativas de la sociedad, necesitan conseguir demasiadas cosas», agrega.
Aunque Hong Kong es una de las ciudades más ricas de Asia, tanto éxito ha endurecido la vida de sus habitantes más jóvenes, que luchan para conseguir un primer trabajo con alta remuneración para acceder a una propiedad.
La ciudad tiene uno de los mercados inmobiliarios más caros del mundo y una reciente encuesta de la Universidad China de Hong Kong sugiere que los salarios están cayendo y se quedan cortos con esos precios de viviendas.
Además, a la hora de conseguir trabajo, los locales encuentran cada vez más competencia en los ambiciosos habitantes de la China continental y los expatriados occidentales.
Así es que Sze quería ofrecer una vía de escape saludable a sus jugadores.
«En Hong Kong, la gente adora los juegos de computadora y los jóvenes realmente adolecen de falta de comunicación con sus amigos y familia. En estos juegos necesitan resolver problemas y cooperar», explica.
Año sabático
Los cuatro fundadores de FHK eran amigos y amaban las historietas japonesas, así como las novelas de aventuras y misterio.
Diseñar y desarrollar un juego les puede llevar de una semana a tres meses. Y como tienen muchos jugadores que repiten la experiencia, tienen que actualizar constantemente su oferta.
Sze bromea hablando de la suya como la «Universidad del Estrés y la Tensión» y comenta que está en un año sabático con el objetivo de expandir su compañía.
Afirma que al principio no tenía ni idea de cómo iniciar una empresa. «Lo busqué todo en Google: cómo fundar una compañía, como conseguir una licencia, cómo hacer un seguro contra incendios», ríe.
El resultado parece compensar el esfuerzo, al menos personalmente.
«En realidad fue muy duro al principio, pero tras un par de meses, cuando el juego ganó popularidad, mis padres empezaron a verlo en los medios y a decir: ‘Ok, puedes tomarte un año libre’».
BBC Mundo