El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prometió este martes que su país seguirá combatiendo a los grupos extremistas, pero advirtió que eso no supone que deba involucrarse en guerras.
Las afirmaciones del presidente tienen lugar luego de dos operaciones de fuerzas especiales en Libia y Somalia el fin de semana. En Libia, la acción estadounidense condujo a la captura de Abu Anas al Libi, un presunto miembro de Al Qaida, acusado de «centenares» de muertes y que será llevado ante la justicia, anunció Obama en una rueda de prensa.
La otra tuvo lugar en Somalia en la madrugada del sábado y tenía como objetivo al keniano de origen somalí Abdulkadir Mohamed Abdulkadir, un dirigente del grupo islamista shebab bautizado «Ikrima». El resultado de la operación no está aún claro: «no se saldó con la captura de Ikrima», se limitó a declarar el portavoz del Pentágono, George Little, el lunes.
«Hemos debilitado al núcleo central de Al Qaida, que operaba sobre todo entre Afganistán y Pakistán. Pero ahora existen grupos regionales, algunos vinculados de manera explícita con Al Qaida o a esa ideología, y otros más autónomos», señaló Obama durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca.
«Son pocos los que pueden operar fuera de sus fronteras, pero pueden hacer mucho daño dentro de sus fronteras», explicó el presidente, quien citó a Africa entre los lugares en los que se ocultan esos grupos.
«Deberemos seguir persiguiéndolos. Pero hay una diferencia entre perseguir a los terroristas e involucrarnos en guerras», advirtió el presidente estadounidense.
Las fuerzas especiales estadounidenses capturaron a Al Libi el sábado durante una audaz operación en su domicilio. Se trata de un libio que figuraba en la lista de personas más buscadas por el FBI, que ofrecía «hasta 5 millones de dólares» por cualquier información que condujera a su captura y condena.
El verdadero nombre de Al Libi es Nazih Abdul Hamed al-Raghie y Estados Unidos lo acusa de haber participado en los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia, que dejaron más de 200 muertos. Fue inculpado por un tribunal federal de Nueva York en 2000.
Legalidad en cuestión
Obama se congratuló por las dos operaciones y estimó que ponían de manifiesto «la capacidad, la dedicación y el talento extraordinarios de los miembros de nuestras Fuerzas Armadas».
Pero interrogado por un periodista de la AFP acerca de la legalidad de la captura de Al Libi, Obama se negó a responder.
«Sabemos que Libi ayudó a planificar y llevar a cabo ataques que condujeron a la muerte de centenares de personas, entre ellas numerosos estadounidenses. Tenemos pruebas sólidas. Y será llevado ante la justicia», se limitó a afirmar.
El gobierno libio denunció la operación de captura de Al Libi como «una violación flagrante de la soberanía nacional» y Trípoli exigió a Washington que devuelva «inmediatamente» al sospechoso.
La embajadora estadounidense en Libia, Deborah Jones, dio este martes al gobierno libio garantías de que al Libi era «tratado humanamente» durante su detención y la portavoz adjunta del departamento de Estado, Marie Harf, dijo que Washington ya estaba en contacto con la Cruz Roja para discutir un eventual acceso de esa organización al lugar de detención.
Amnistía internacional denunció la captura de Libi, trasladado según Washington, a bordo de una nave de guerra estadounidense estancionada en la zona para interrogarlo.
La organización de defensa de los derechos humanos dijo que Estados Unidos «debe confirmar inmediatamente el lugar de detención y permitirle contar con un abogado, suministrarle atención médica y contactarse con miembros de su familia».
AFP