Grant Balfour es famoso por animarse sobre el montículo con una forma particular: gritarse, y con unas palabras bien pintorescas, muchas de las cuales empiezan con «F» en inglés.
El lunes en el noveno inning del juego 3 de la victoria de los Atléticos sobre los Tigres en la Serie Divisional de la Liga Americana, Balfour y sus gritos provocaron la ira del bateador designado de los Tigres, el venezolano Víctor Martínez.
Después de un foul conectado por Martínez, Balfour voceó de costumbre. Martínez se quedó mirándolo y, luego de un intercambio de palabras, ambos jugadores se acercaron y se vaciaron las bancas de Oakland y Detroit.
Después de unos empujones, todos volvieron a su lugar. Hubo advertencias dirigidas a ambos mánagers, pero la situación no pasó de ahí.
«Cada vez que hago un pitcheo, camino alrededor del montículo. Entonces, él me dio la ‘mirada de la muerte», explicó Balfour después del partido. «Le dije ‘Si quieres mirarme así, si tienes problema conmigo, ven, no me importa’. Entonces, sí se me acercó».
De su lado, Martínez se expresó ofendido por los gestos del australiano, quien salvó el triunfo por 6-3 de los Atléticos, que ahora ganan la serie 2-1.
«Le di un foul, él me miró y yo lo estaba mirando», contó Martínez. «Él me preguntó, ‘¿Qué #@$# miras?’ Yo no le acepto eso. Ni el cerrador más grande del juego, Mariano (Rivera), te dice cosas así.
«No soy ningún novato para dejarlo intimidarme con pequeñeces como esa», continuó el venezolano. «Ni siquiera conozco a este tipo. Sé que es su cerrador y eso es todo. Simplemente quiero que tire la bola sobre el plato. Quiero dar un buen turno a ver qué pasa».
El consenso es que lo ocurrido es algo propio de lo mucho que está en juego a esta altura de la campaña.
«Eso es beisbol de postemporada», dijo el receptor de los Atléticos, Stephen Vogt. «Están encendidos los egos y los ánimos. Balfour es Balfour. Es medio loco pero lo queremos”.
«No creo que la situación pase de ahí. Balfour es Balfour. Siempre se grita a sí mismo antes de lanzar. Nunca le grita al bateador, sino a sí mismo para darse ánimo».
David Venn / lasmayores.com