El control de cambios induce en el gobierno la creencia de ser el dueño de las divisas y esa creencia se acrecienta en sus personeros mientras más tiempo lleva vigente
Oswaldo Páez-Pumar
Hace cierto tiempo un vocero de este gobierno cuyo nombre evito recordar expresó que “el sector privado está pidiendo dólares y el gobierno le dará dolores”. La expresión trasluce que ese macaco estima que el gobierno es dueño de los dólares y que los dispensa a quien quiere. Ignora o desprecia la norma según la cual las monedas o billetes que usted y yo tenemos son “libremente convertibles al portador y a la vista,…por el BCV mediante cheques… sobre fondos depositados en bancos de primera clase del exterior y denominados en moneda extranjera, de los cuales se puede disponer libremente”.
El control de cambios induce en el gobierno la creencia de ser el dueño de las divisas y esa creencia se acrecienta en sus personeros mientras más tiempo lleva vigente. Una estafa a la población toda, porque si la ley obliga a los ciudadanos a aceptar esos billetes que por ley“ son libremente convertibles al portador y a la vista”, mientras que el contrato entre el BCV y el gobierno los priva de ese carácter a pesar de que “los contratos no tienen efecto sino entre las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a los terceros”, el resultado es que el gobierno obliga a los ciudadanos a recibir una moneda de papel. Algo más que una estafa, porque en la estafa el estafado da su consentimiento así sea por el engaño que sufre, aquí es a la fuerza.
El gobierno que se cree dueño y no administrador de los dólares da un segundo paso. Ya no es el gobierno el dueño, sino los gobernantes de turno. Los dólares pasan del patrimonio del estado al patrimonio de sus administradores porque el presupuesto se estima con un barril de petróleo que se vende a 100 dólares a cincuenta; lo que explica la maleta en Bulgaria con 407 mil euros y la de 800 mil dólares de Antonini en Argentina y todas las otras maletas de los socialistas apegados a los dólares capitalistas, mientras se persigue en el aeropuerto al portador de una tarjeta que le permite disponer de 2.500 $ pagados por su contravalor en bolívares. Es decir, ejerciendo el derecho que le otorga la Ley del BCV.
Los gobiernos recurren al control de cambio en situaciones críticas. No fue así en Venezuela. La recomendación de Castro fue hace 10 años, cuando no existían “condiciones objetivas” que lo impusieran, era un arma política que Castro, prototipo del socialista, aplica en Cuba desde 1959 por su apego al dólar capitalista.
Esto explica las frases de los macacos que creen que hacen gracias, como la del anuncio de Ramírez sobre los días contados del dólar paralelo, cuando el pueblo cuenta por segundos el tiempo para salir del gobierno más inepto y ladrón de nuestra historia.