Una investigación reciente de la Queen’s University de Belfast, Londres, destacó los beneficios de la actividad sexual durante la mañana. Si bien pienso que mientras que la sexualidad sea satisfactoria y placentera el momento del día es lo de menos, el llamado “mañanero” puede tener sus ventajas.
Cuando nos levantamos (si es que tuvimos un sueño reparador realmente) estamos con el cuerpo descansado y la mente libre de las preocupaciones que se acumulan durante el día. En los hombres el rendimiento sexual puede ser mejor, ya que la testosterona alcanza su pico de concentración en sangre precisamente en la mañana.
Además, con frecuencia la naturaleza nos regala una muy buena erección matinal que podemos aprovechar para el placer mutuo. En resumen, una forma muy sana de predisponernos positivamente para el resto de día es practicando un acto sexual pleno.
Pero pensemos que no todas las personas tienen el mismo ritmo. Algunas demoran bastante tiempo en despabilarse, por lo tanto no tienen la energía necesaria para disfrutar de un encuentro sexual apenas se despiertan. Por otro lado, a veces la situación familiar no ayuda: hay que llegar rápido al trabajo, organizar a los niños, ocuparse de resolver problemas domésticos o laborales. Así es como muchas personas prefieren el final de la jornada, cuando ya sienten que pueden relajarse física y mentalmente para así encontrarse en la intimidad. Y hablando de preferencias, no podemos negar que la noche con su silencio y su oscuridad tiene su particular encanto.
Es importante que la pareja esté de acuerdo en el momento en el cual desarrollan su vida sexual. Si hay flexibilidad al respecto, mejor: a veces aprovechamos las ventajas de la mañana, y otras las de la tarde o la noche.
Cuando tenemos discrepancias significativas en relación con estas preferencias, intentemos ceder y establecer acuerdos para que cada uno pueda disfrutar como más lo desea.
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