Mucho más grave es la rendición de nuestra soberanía ante China. No se trata de la “República Popular China”, como conmovedoramente señalan antiguos extremistas trasnochados. Se trata del imperialismo chino, en plena y vigorosa expansión, que ni siquiera se cuida de guardar las apariencias
Octavio Lepage
A falta de doctrina y de un modelo político coherente al cual ajustar su acción, el difunto y sus herederos tienen 14 años aferrados a ciertas palabras sacramentales cuyo significado profundo desconocen. Una de ellas es la palabra “patria”, tal como resalta en aquella sentencia digna de ser esculpida en bronce: “no tendremos papel tualé, pero tenemos patria”.
¿Cuál es la realidad? La patria de Bolívar ha pasado a ser la patria de los hermanos Castro. Venezuela no es gobernada desde Miraflores, es gobernada desde La Habana. La Cuba de los Castro succiona nuestra materia prima fundamental, el petróleo, con más fuerza que el imperialismo norteamericano en el pasado. Por años hemos venido regalándole cien mil (100.000) barriles diarios, y por años milicianos cubanos controlan nuestras áreas estratégicas fundamentales, sin excluir el área militar; y como saben bien los entendidos, son los cubanos los que impiden una transición pacífica hacia la democracia en Venezuela.
Esa entrega voluntaria a la Cuba de los Castro fue decisión personal del difunto, no consultada con los venezolanos. Es sabido que él nunca logró liberarse de su fascinación con el héroe de la Sierra Maestra, al extremo de sacrificar la soberanía nacional para complacerlo. Esa herencia no es vinculante y podremos desecharla cuando recuperemos el sentido de dignidad nacional. Por otra parte, el régimen de los Castro está en franca y acelerada decadencia. Ese modelo político arruinó a Cuba, y se mantiene por inercia y por la represión brutal contra los cubanos.
Mucho más grave es la rendición de nuestra soberanía ante China. No se trata de la “República Popular China”, como conmovedoramente señalan antiguos extremistas trasnochados. Se trata del imperialismo chino, en plena y vigorosa expansión, que ni siquiera se cuida de guardar las apariencias. Esa potencia, en otro tiempo revolucionaria, con premeditación y alevosía ha venido entregándole grandes empréstitos al dispendioso y corrupto gobierno venezolano, que ya alcanzan niveles impagables. Exigen pagos en especie, y este gobierno les está vendiendo petróleo a futuro. Ya la faja del Orinoco es más china que venezolana; y por añadidura exigieron, y se les encomendó, el levantamiento del mapa minero de Venezuela para conocer dónde están los recursos minerales con que Venezuela puede pagar sus deudas junto con el petróleo.
Estos son los que se presentan como defensores de la patria. En realidad son unos vendepatria, con antifaz de “revolucionarios”.