Tras toparse con un grupo de fetos solitarios y sumergidos en formol en una escuela de Medicina de Chile, la artista chilena Zaida González decidió limpiarlos, arrullarlos y rendirles un homenaje fotográfico en una exposición.
«Recuérdame al morir con mi último latido» es el nombre de la muestra que desde esta semana se puede apreciar en una de las salas de la Organización Nelson Garrido (ONG) de Caracas, en la que González rescata la figura del «angelito», como denominan en Latinoamérica a los bebés fallecidos.
Este es el segundo trabajo en el que González elige a estos protagonistas. En 2004 bajo el título de «Conservatorio Celestial», la artista elaboró una serie basada en el rito del angelito que se realiza en algunas zonas rurales de Chile y en el que se muestra al pequeño fallecido como un ángel.
«Ese trabajo lo realicé en un solo día ya que no había más permiso, por lo que sentí que quedó inconcluso, por eso lo retomé cinco años después, pero incorporando a personajes vivos dentro de la escena», dijo González a Efe.
La artista, que pasó cerca de un año realizando este trabajo que se exhibe hoy en Caracas, apunta que esta inquietud por fotografiar a estos pequeños tiene que ver, entre otras razones, con la necesidad de «reivindicar a estos seres abandonados, que nunca tuvieron la posibilidad de un rito de despedida».
Ahora asegura que ya cerró esta «etapa» que cubre el tema de la muerte y señala que aunque quedó «muy conforme con el resultado», también terminó con tristeza.
«Cuando materialicé el trabajo, que va desde reflexionar, escribir, dibujar, buscar los elementos, hacer la producción de la foto, tomar la fotografía, revelar, copiar y finalmente pintar la imagen a mano, no tuve mucho apego a lo emocional», dice, pero agrega que al terminar sintió «un vacío muy grande».
En un año no pudo retomar la cámara y abandonó un proyecto que intentó desarrollar pues, por un lado sentía que necesitaba tener su propio duelo frente al tema desarrollado y por otro lado le angustiaba saber que ese trabajo «era en realidad» el reflejo de sus «frustradas ganas de ser madre».
Confesó que inconscientemente transmitió «esa sensación de querer proteger y amar a un hijo» en las fotografías a través del autorretrato.
En las fotos, retocadas con acuarela, aparece la misma autora en diferentes poses, cargando a los diferentes bebés, a falta de voluntarios que quisieran sostener al pequeño fallecido entre sus brazos.
En las imágenes aparecen niños sin nombre y sin familias, donados a una universidad, tomadas de forma clandestina por la artista nacida en Santiago de Chile en 1977 y ganadora del premio Rodrigo Rojas De Negri en 2012.
El recorrido visual alcanza a parejas de esposos, de religiosos y de mujeres sosteniendo a estos bebés. También hay una muñeca con un niño en su regazo, una virgen que mira a otro, así como una mujer con el pequeño a cuestas como acostumbran a hacerlo las mujeres asiáticas o las indígenas de América Latina.
El nuevo proyecto de González que ahora está expuesto en Chile se llama «El Castigo» y fue realizado en gran parte en Caracas en el seno de la ONG con la ayuda de la curadora de la muestra de los «angelitos», Gala Garrido, y el fotógrafo venezolano Felipe Rotje.
Este último trabajo, dice González, aborda temas «como la desilusión y el cansancio», desvela «fantasmas internos» y da cuenta de «pesares, carencias, desagrados y sueños inconclusos».
En «El Castigo» también recurre al autorretrato a través de personajes y situaciones «que representan un pesar propio, pero que remite a un sentimiento universal».
EFE