Un taxista me cuenta lo que fue su conexión con el chavismo que luego terminó en una profunda decepción: “Yo trabajaba en el Plan Catia, que se encargaba de recuperar áreas… me pagaban nada más que el salario mínimo y comida… pero coye mi hermano… a mí no me cuadraba eso mucho, porque este pana (el fallecido presidente Hugo Chávez), salía hablando de la explotación del capitalismo pero a mí me jodía el socialismo”…
“En Julio me robaron la moto y todavía estoy esperando que del 171 me manden los policías”.
Así comenzó una inesperada entrevista en modo de conversación que sostuve con Ramón, cuando tomé un taxi desde el centro de Caracas hasta Guarenas. Y es que de unos 26 años, el exchavista conduce desde hace dos semanas un viejo carro de 1998, el cual le prestó un hermano para que ruleteara como taxista “pirata”, debido a que andaba “pegado del sartén”, tras ser despojado a punta de pistola de su moto en la avenida San Martín, cuando trabajaba como mototaxista.
Por supuesto, su caso continúa impune y sin respuesta de las autoridades.
Pero más allá de la anécdota, este relato ha significado para mí una demoledora muestra más de cómo el Gobierno de Hugo Chávez, el cual inició como una apuesta al cambio que anhelaba un país, se convirtió hoy en una dolorosa –y peligrosa- decepción para el pueblo que respaldó esa proyecto.
EXPLOTACIÓN SOCIALISTA
“Yo trabajaba en el Núcleo Endógeno Fabricio Ojeda, allá en Catia, como facilitador. Después me incorporé al Plan Bicentenario, pero cuando las lluvias e inundaciones del año 2010, eso cambió y me asignaron al Plan Catia, que se encargaba de recuperar áreas, viviendas, cortar monte, pintar, barrer calles… pero coye mi hermano, eso era una explotación… a mí no me cuadraba eso mucho, porque este pana (el fallecido presidente Hugo Chávez), salía hablando de la explotación del capitalismo pero a mí me jodía el socialismo: tenía un horario normal de ocho horas, pero sin vacaciones, aguinaldos ni nada. Sólo me pagaban salario mínimo y me daban el almuerzo… hermano, yo terminaba ‘mamado’ todos los días. Muchas veces eran las dos de la tarde y no llegaba la comida porque y que no había transporte, entonces a esa hora nos mandaban a Altavista a buscar el almuerzo… y yo con cinco bolívares en el bolsillo que era el pasaje para irme a mi casa… ¿cómo iba para allá? Por eso muchas veces no almorzaba porque todos estábamos ‘pegados del sartén’… entonces me salí de allí”.
Sobre este mismo aspecto, el lado “humanista” de la “Revolución bonita”, el taxista Ramón recuerda lo que le pasó a su hermano cuando también era chavista: “Era uno de los coordinadores generales de Misión Rivas, daba clases de Matemáticas y le gustaba su trabajo pero le pagaban nada más que 500 bolívares mensuales… ¿y quién vive con 500 bolívares mensuales? Eso lo analizaba con mi hermano: hablan mal del capitalismo… ¡pero el socialismo nos está explotando!”.
DESTRUCCIÓN DE EMPRESAS
“Al principio conseguí trabajo en Laboratorios Vargas y con la broma del dólar todo era un problema para traer la materia prima y me botaron… fuimos 300 a los que nos pidieron la renuncia, eso sí nos arreglaron bastante bien”.
HAMPA GALOPANTE
“Con parte de esa plata me compré una moto en 12 mil bolívares para trabajar como mototaxista… y me la robaron a los cinco meses por la avenida San Martín… el tipo estaba más nervioso que yo, me apuntaba con una pistola en el pecho y me quitó un bolso con las llaves de mi casa… llamé al 171 y todavía estoy esperando a los policías…”.
DECEPCIÓN CHAVISTA
“Pasaron muchas más cosas con las que uno se termina de decepcionar… La última vez que me senté a ver los discursos de Chávez, y te digo que yo era súper chavista, fue cuando se le ocurrió decir que ‘no importaban los apagones o que hubiera huecos en las calles, que lo importante era la revolución’… yo me dije, ‘esto ya es el colmo’… Y te confieso que yo voté por Capriles… seguir apoyando al chavismo es una locura y yo loco no soy… quité la bandera del PSUV que tenía en mi casa…”.
-¿Y dónde tenías esa bandera?
-En la puerta de mi casa, quité esa vaina. Me dio un gran dolor cuando Chávez se murió, es un ser humano, tenía buenas ideas cuando empezó, buenos proyectos el país estaba enamorado de él, después no sé qué le pasó, todo se volvió puras habladurías… mira como están las cosas ahorita, el nivel delictivo está tan impresionante que por mi casa niños de 11 años venden droga como si vendieran pan…
PARADOJA PETAREÑA
Se cuenta y no se cree: El mismo día que se realizaba el acto del bautizo del libro “Carlos Ocariz, el mandato de la calle. Una gestión municipal exitosa”, la parroquia Caucagüita estaba literalmente inundada de basura. Incluso, el equipo periodístico de La Voz recogió testimonios de vecinos que vivían las 24 horas del día limpiando las entradas de sus puertas para evitar el ingreso de insectos y roedores a sus hogares.
Por si fuera poco, hace dos semanas hubo una protesta que trancó la autopista Gran Mariscal de Ayacucho, que en plena hora pico de la tarde, protagonizada por los mismos vecinos de Caucagüita que reclamaban que el servicio de aseo urbano no se prestaba en su comunidad desde hacía semanas. La manifestación y el paro técnico que decretaron los trabajadores fueron portada de La Voz al día siguiente, cuando Ocariz bautizaba el texto que recoge su exitosa gestión municipal…
Más allá de las excusas, lo cierto es que es la gente de los barrios sufre día a día esta calamidad. Ni Ocariz en la Alcaldía, ni el Gobierno Nacional que asume el tema para atacar a la “ultraderecha amarilla” sin resolver el problema de fondo, han podido con la basura.
Por la salud de los petareños, es necesario que la diatriba política, al menos en el tema de la basura, cese. Esa fétida pelea por el poder no le deja nada bueno a quienes sufren día a día este asqueroso problema.
SIN RODEOS
Richard Sanz
Twitter: @rsanz777