Tráfico sofocante, choques múltiples e incluso emboscadas a conductores. Las hordas de motociclistas de Venezuela son un problema de cada vez mayor envergadura para el nuevo gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Denunciados por los medios como una «plaga», proporcionan transporte esencial, rápido y barato, pero a menudo son culpados por la anarquía en las calles y del número aterrador de homicidios, secuestros y robos que aquejan al país.
Algunos también los ven como tropas de choque del fallecido Hugo Chávez, quien impulsó políticas socialistas radicales durante sus 14 años en el poder antes de morir de cáncer.
Para muchos simpatizantes de la oposición que viven en las zonas más ricas de la capital Caracas, los motoristas son la cara pública de los bajos fondos.
Pero la mayoría de estos «motorizados» dicen que están tratando de ganarse el pan como taxistas y mensajeros en una congestionada ciudad que los necesita desesperadamente, y aseguran que están siendo culpados injustamente por los delitos de unos pocos pillos.
Antes de morir en marzo, Chávez eligió como su sucesor a Maduro, pero el ex sindicalista apenas pudo ganar las elecciones por estrecho margen. Ahora enfrenta el gran reto de acabar con el desorden asociado con los motorizados y mantener a la vez la simpatía de a esa enorme masa electoral.
«Son un problema», dijo el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez, durante el lanzamiento de una estrategia para controlar a los cientos de miles de motorizados. «No todos, pero hay muchos que piensan que están en el lejano oeste», agregó.
Hay muchos que se comportan atrozmente, dijo Rodríguez, manejando por las aceras, golpeando los retrovisores de los autos a medida que entran y salen de tráfico e insultando a peatones y choferes por igual. Pero algunos están involucrados en ofensas más graves, como secuestros y tiroteos.
«AMIGO MOTORIZADO»
En los últimos meses, cortejos fúnebres de decenas de motocicletas se han vuelto cada vez más regulares, con los motorizados a veces fingiendo atascos para romper las ventanas de los autos y asaltarlos a punta de pistola.
Venezuela sufre una de las tasas de homicidios más altas del mundo, y los crímenes violentos son la preocupación primordial de quienes acudirán a las urnas el 8 de diciembre para elegir alcaldes y concejales, en lo que será la primera prueba electoral de Maduro como presidente.
El nuevo plan del Gobierno incluye reuniones de alto nivel con los grupos de motorizados para mejorar las relaciones con las fuerzas de seguridad y obligarlos a respetar las reglas básicas de seguridad vial.
Los funcionarios también están tratando de ganarse a los motoristas mediante la construcción de refugios para que no sea necesario que se apiñen debajo de un puente cuando llueve reduciendo el tránsito a un solo carril.
«Amigo motorizado…» inicia una lista de reglas en uno de los refugios, por debajo de un paso elevado cerca del centro de Caracas llamado La Araña. El uso de drogas o alcohol está prohibido, dice el letrero, como lo están el «mantener contiendas y disputas».
La mayoría de los motorizados pertenece a cooperativas de mototaxis o son parte de un ejército de mensajeros que trabajan para empresas, departamentos gubernamentales y particulares. El nombre también se utiliza para los motoristas en camiseta roja que poblaban los mítines de Chávez.
A pesar de su mala imagen, la oposición sabe que no puede obviarlos del todo ya que, a menudo, son la única opción para superar el caótico tráfico capitalino.
Políticos de ambos bandos aseguran que el conocimiento de la calle de los motorizados podría ayudar a combatir la inseguridad.
«No queremos que los vecinos los perciban como una amenaza, sino como personas que ayudan a combatir los problemas», dijo Ramón Muchacho, candidato opositor a la alcaldía del rico municipio capitalino de Chacao.
Allí, en el norte de Caracas, la alcaldía ha registrado cerca de 50 cooperativas de mototaxis y está avanzando a una velocidad de alrededor de 10 nuevas cada seis meses.
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