Lastimosamente los venezolanos perdemos horas y horas en una cola. No se trata únicamente del tráfico, que es, en la mayoría de las grandes ciudades del país, un caos. El congestionamiento vehicular en calles, avenidas y autopistas, no obedece únicamente a la gran cantidad de vehículos que circulan, sino también es causado por huecos, trabajos en las vías, semáforos dañados, a las protestas y a los abusadores, en fin, el resultado es embotellamiento todos los días, incluso los fines de semana.
En esas trancas se pierde horas hombre, causan estrés y problemas de salud. Es insólito que una persona que viva, por ejemplo, en los Altos Mirandinos y trabaje en Caracas, tenga que pasar por lo menos 2 horas para venir y 2 horas para regresar. Mientras esto sucede, las autoridades no terminan a atender la problemática y con pañitos calientes pretenden dar solución. En este sentido, es necesario destacar que solo con el concurso de todos los sectores que tengan algo que aportar, especialistas en vialidad, ingenieros, universidades, se podrá lograr encontrar las alternativas para hallar las soluciones que logren optimizar el desplazamiento de vehículos sin estas trancas interminables que sufrimos.
Pero no solo debemos hacer colas para trasladarnos de un lado a otro, lo que sucede para comprar alimentos es alarmante. Observamos con preocupación largas filas de personas en supermercados y abastos, no solo privados sino también en las redes del gobierno. Incluso se han producido sucesos lamentables de agresiones que han ameritado la intervención de fuerzas policiales o militares para poder evitar que la violencia se apodere de los extenuados compradores.
Me cuentan que para poder obtener los alimentos de la cesta básica, deben madrugar: llegar a las 5 de la mañana y el establecimiento abre al público a las 8. Luego de la larga espera, viene la otra, también hay que tener paciencia para poder pagar los productos, porque aun cuando todas las cajas para cancelar estén habilitadas, la demora puede significar una hora más.
Si hubiese oferta suficiente de productos, no habría compras nerviosas, ni las colas serían de tal magnitud. Unas veces hay leche, otras no, un día consigues azúcar, pero pasan semanas sin que la encuentres. Cuando aparece alguno de los que escasean, la gente se sale de sus trabajos, hace cualquier sacrificio para poder obtenerlos.
Mientras no haya productos y confianza, las colas para comprar alimentos continuarán siendo una calamidad. Por otra parte, si no se asume con seriedad el problema del tráfico, se seguirán perdiendo horas y horas para poder desplazarse.Ambas situaciones lamentables, que merman considerablemente la calidad de vida de la gente.
Noel Álvarez /// Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente /// @alvareznv