El ex jefe del Gobierno español José María Aznar niega que tuviera relación con el intento de golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez y asegura que le comentó después que, de haber estado implicado, ese golpe habría triunfado y él no habría seguido al frente de Venezuela. EFE
Aznar relata esa conversación con Chávez en el nuevo tomo de sus memorias, titulado “El compromiso del poder” y en el que desvela que, en esa intentona golpista, el Gobierno cubano le pidió que acogiera al presidente venezolano en España.
El político español dedica gran parte de un capítulo de su libro a su relación con Chávez, de quien dice que al acceder a la jefatura del Estado de Venezuela “no tenía un programa político claro ni sabía bien lo que tenía que hacer” .
Según escribe Aznar, en el viaje que realizó a España como presidente electo en 1999 le sugirió a Chávez que huyera de cualquier tentación de convertirse “en el típico caudillo iberoamericano, siempre efímero, y que apostara por ser un reformista democrático profundo”.
Después, en su primera visita en Caracas a la sede presidencial de Miraflores, Aznar explica que se reunió durante tres horas con Chávez y éste habló sobre todo de economía “y dejó muy claro hasta qué punto ignoraba casi todo sobre esta materia”.
“Preguntaba con la avidez de quien no sabe”, señala el expresidente del Gobierno, quien escribe que parecía dispuesto a ayudar a España en la lucha contra ETA aunque él no se quedó tranquilo.
En aquel momento confiesa que Chávez parecía “un tipo con el que se podía llegar a acuerdos dentro de sus singularidades”, aunque reconoce que fue cambiando con el tiempo por la influencia del régimen cubano y de los sectores comunistas venezolanos.
“Tú tienes que elegir”, asegura Aznar que le llegó a plantear en alguna ocasión a Chávez.
El político español cree que el presidente venezolano optó por un modelo revolucionario para convertir a Venezuela en “una Cuba repintada, mucho más grande y con ingentes cantidades de petróleo” y de consecuencias “nefastas” en términos democráticos, institucionales, económicos y sociales.
Para Aznar, el hecho que decanta a Chávez por este modelo es el intento de golpe de Estado de abril de 2002, que recuerda que el que fuera presidente venezolano atribuyó a España y Estados Unidos.
“Es rotunda y absolutamente falso que España tuviera algo que ver en el intento de golpe”, asegura Aznar, quien explica que así se lo trasladó directamente a Chávez en una cena en Lima con motivo de una cumbre iberoamericana y en la que dijo que hablaron “muy claro”.
En ese encuentro asegura que le dijo que estaba harto de sus acusaciones y que, incluso, fue más lejos: “Mira Hugo -afirma que le dijo- si yo hubiera querido dar el golpe y lo hubiera organizado, te aseguro que tú, ahora, no estabas aquí”.
Tras insistir en que no había tenido información alguna sobre el intento de golpe, desvela que cuando éste se produjo recibió una llamada del Gobierno cubano pidiéndole que organizara un convoy para trasladar a Chávez a España.
También le pidió que garantizara la seguridad de la embajada de Cuba en Caracas y que la embajada española asumiera la protección de los cubanos en Venezuela.
Aznar explica que su respuesta fue tajante, negándose al traslado de Chávez porque nunca lo haría a petición de un tercero y porque, si accedía, le acusarían de formar parte del golpe.
“Les dije que si querían sacar a Chávez de Venezuela, lo sacaran ellos”, escribe el autor, que informa que pidió al presidente de la llamada Junta Cívico-Militar, Pedro Carmona, garantías para Chávez y respeto a la legalidad.
Para Aznar, las personas que se habían hecho cargo del poder no supieron manejar la situación y el golpe fracasó, algo que confiesa que le ha llevado a plantearse algunas reflexiones.
Entre ellas, que si hubiera accedido a trasladar a Chávez a España es mucho más probable que el golpe hubiera triunfado y que el presidente venezolano hubiera muerto en el exilio.
“De ahí que siempre me resultara paradójica y absurda la acusación de haber intentado derrocarle. No sólo no lo hice, sino que, involuntariamente -añade-, contribuí a mantenerle en el poder”.
Aznar se queja también por ello de que Miguel Ángel Moratinos, ministro español de Asuntos Exteriores en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, le acusara públicamente años después de haber organizado el golpe.
Esa intentona golpista, según Aznar, supuso un punto de inflexión en la relación de Chávez con España porque “se disparó su violencia verbal” y se esfumó su disposición a cooperar en la lucha antiterrorista.