Científicos británicos creen haber resuelto el misterio que durante milenios ha rodeado la muerte del faraón egipcio más famoso, Tutankamón, quien pudo haber fallecido a la edad de 19 años arrollado por un carruaje.
Esa es la conclusión a la que llega un estudio de la «Egypt Exploration Society», cuyo contenido completo será revelado el próximo domingo en un documental de la cadena de televisión británica Channel 4.
La investigación revela que los restos del llamado «faraón niño» presentan heridas similares a las que podría producir una colisión con un carruaje, según ha adelantado a los medios el director de esa sociedad, Chris Naunton.
El científico también cree que la momificación de Tutankamón resultó fallida, a juzgar por las evidencias de carne carbonizada halladas en un examen forense de sus huesos realizado por el antropólogo Robert Connolly en la Universidad de Liverpool en 1969.
Howard Carter, descubridor de la tumba en 1922, y su mecenas Lord Carnarvon ya advirtieron entonces de que el cuerpo del faraón presentaba misteriosas señales de quemaduras, extremo confirmado por Connolly en sus pesquisas.
El antropólogo también logró determinar a través de pruebas químicas que la carbonización de la carne se produjo dentro del sarcófago cuando los aceites de embalsamar entraron en combustión por el contacto con el oxígeno y las telas.
Esta reacción sometió el cadáver de Tutankamón a temperaturas superiores a los 200 grados centígrados y explica, en parte, otro de los misterios que han rodeado al faraón: es el único que fue encontrado sin su corazón.
Con todas estas pruebas sobre la mesa, Naunton ha trabajado con el Instituto Forense Cranfield para llevar a cabo una «autopsia virtual» y volver a analizar los traumatismos que presenta la momia.
Las heridas de Tutankamón han sido comparadas en un escenario simulado por ordenador con las que provocarían el impacto de un carruaje.
El resultado apunta a que el vehículo chocó contra el faraón mientras se encontraba de rodillas, lo que aplastó su pelvis y empotró las costillas contra los órganos vitales.
«La carbonización y la posibilidad de que la momificación fallida provocase la combustión espontánea del cuerpo poco después del entierro es algo totalmente inesperado, algo así como una revelación», ha declarado Chris Naunton.
Tutankamón, de la dinastía XVIII, reinó en Egipto durante un corto periodo de la primera mitad del siglo 1.300 a.C y lo más relevante de su mandato fue la devolución de la influencia y el poder a los sacerdotes de Amón, tras la experiencia monoteísta de Akenatón.
No obstante, siempre será recordado por su supuesta maldición, la que también dice que contribuyó a la muerte repentina en El Cairo de Lord Carnarvon.
EFE