Leopoldo Puchi
El empresariado venezolano no reinvierte sus ganancias en Venezuela. Prefiere convertirlas en dólares, al precio que lo consigan, alto o bajo. De liberarse el mercado de divisas, el comportamiento sería el mismo. Sus razones tendrán, pero no es un asunto nuevo, aunque la situación se ha agravado. Ya Miguel Rodríguez mostraba cómo, en el primero gobierno de Carlos Andrés Pérez, el monto del endeudamiento equivalía exactamente al de las divisas que se habían fugado.
Los dólares que se fugan en la actualidad provienen de los que distribuye cada año Cadivi y el Sicad, porque nadie trae los que tiene afuera. De lo que adjudica Cadivi y el Sicad, una parte de las divisas va para importaciones y otra es desviada al mercado negro, donde las adquieren, re todo, grandes, medianos y pequeños empresarios. Los dólares que se adquieren en ese mercado no son para importaciones sino para la fuga de capitales, en su mayor parte.
Así pues, los bolívares de los dividendos no se utilizan ni en importación de bienes ni en nuevas inversiones, y, obviamente, no aumenta la producción. Como la oferta en el mercado paralelo no es muy grande, el precio del dólar se encarece. Al mismo tiempo, es muy alta la masa monetaria, que se refleja en el volumen de dividendos en bolívares del sector productivo y comercial.
El problema de la fuga de divisas no es técnico o macroeconómico solamente, sino que tiene raíces políticas y sociales. ¿Cómo hacer para que las ganancias en bolívares sean reinvertidas en el país? Hay quienes piensan, ingenuamente, que bastaría con crear un clima de confianza para el sector privado, que incluiría, entre otros puntos, la disciplina fiscal y un ajuste de precios. En realidad son pasos que hay que dar, pero serían insuficientes si no se apunta en otra dirección.
Para tal fin, al menos hay tres cuestas adicionales que subir. La primera, es hacer eficientes las actividades económicas del Estado: que los ministerios e institutos importen sin sobreprecios y a tiempo; hacer rentables las empresas públicas; direccionar el gasto oficial hacia el “compra venezolano”. En segundo lugar, cerrar las troneras de Cadivi y el Sicad por la que se escapan chorros de dólares fuera del canal de importaciones de bienes y servicios. Rigor en la asignación y planificación de un presupuesto nacional de divisas.
Una tercera cuesta a remontar es darle vías de circulación a los dividendos empresariales. Habría que pensar en soluciones prácticas como la apertura de fondos de inversión mixtos, con participación privada y del Estado, en áreas como la construcción, alimentos, la minería y la petroquímica. En fin, una política de reinversión en diferentes áreas de los bolívares de los dividendos empresariales. Para ello es necesario tener una visión más amplia: economía política y no sólo econometría.