Tan pronto como Dorisbell Peña recibió un mensaje de texto en el que le informaban que el presidente Nicolás Maduro había ordenado el viernes que se tomara el control de una cadena de tiendas de electrodomésticos, corrió al almacén más cercano con la esperanza de encontrar un bien cada vez más escaso en el país: una ganga.
Peña, una maestra de 34 años, ha visto cómo se incrementó el precio de la nueva estufa que necesita hasta llegar a 40.000 bolívares, mientras su salario de 2.500 bolívares se mantiene sin cambios.
«Tengo que aprovechar esta oportunidad porque mañana los precios van a seguir subiendo«, dijo mientras esperaba junto con un grupo de amigos frente a una sucursal de Tiendas Daka en el barrio caraqueño de Bello Monte.
Y no estaba sola. A la 1.30 a.m. del sábado los compradores seguían llegando para unirse a los cientos que ya estaban reunidos en el lugar después de que los inspectores de precios informaron que habían encontrado evidencias de «usura» y Maduro ordenó la «ocupación» de la cadena.
En un discurso transmitido por televisión el viernes por la noche, el presidente prometió que las tiendas se abrirían el sábado para vender todo el inventario de televisores de plasma, lavadoras y otras mercancías a «precios justos».
«Que no se quede nada en los anaqueles, no dejen nada en las bodegas«, dijo.
El frenesí del viernes por la noche, que un buscador de baratas describió como «saqueo organizado«, trascendió la tradicionalmente insuperable división política de Venezuela, un reflejo de cómo una inflación cercana al 54%, además de la escasez de productos básicos como la leche y papel higiénico, están afectando a todas las familias del mayor productor de petróleo de América del sur.
En un intento de bajar los precios que han crecido a la par de la demanda de dólares en el mercado negro, Maduro anunció el miércoles el endurecimiento de los controles en las transacciones con divisas. Con elecciones municipales en puerta, que se esperan competidas, también ordenó al ejército que cerrara negocios donde se acaparan productos o se especula con los precios.
En su segundo día de revisiones, los inspectores, seguidos por cámaras de la televisora estatal, tomaron el control de dos sucursales de Daka en Caracas.
Por la noche, elementos de la Guardia Nacional, algunos de ellos armados con fusiles de alto poder, ayudaron a mantener el orden en la sucursal de Bello Monte al asignar fichas a los compradores que hacían fila en una línea que daba vuelta a la calle.
José Solano, el comprador número 223, apoya a Maduro y culpa a la «guerra económica» desatada por los enemigos de la revolución socialista iniciada por el fallecido Hugo Chávez por aumentar los precios. Junto a su hijo, planeaba pasar toda la noche formado para comprar una televisión de plasma Sony de 46 pulgadas a una cuarta parte del precio de 54.000 bolívares con el que se anunciaba en el aparador. El aparato cuesta 8.571 dólares de acuerdo con la tasa de cambio oficial y alrededor de 1.000 de acuerdo con la tasa del mercado negro.
«Escuché que los dueños ni siquiera viven aquí; viven en Miami», dijo Solano, un vendedor de barniz para motores de 49 años.
«Importan a 6.30 y luego venden al público a seis veces ese monto», dijo al hablar de la diferencia entre el tipo de cambio que algunas compañías reciben cuando importan mercancías y el que establece el mercado negro para todos los bienes, excepto los básicos. «No podemos permitir que esto continúe».
Los propietarios de la cadena no han respondido a estas acusaciones.
Hasta los opositores a Maduro expresaron su simpatía por el esfuerzo para revisar el aumento excesivo de precios por parte de los negocios privados. Mientras bebe un trago de ron, acompañada de amigos bien vestidos, Ana Aquino, de 24 años, dijo que su sueldo como gerente de relaciones públicas no alcanza como antes.
«No es una posición política. Apoyo que contrarreste cualquier abuso contra los venezolanos», afirmó.
Peña fue todavía más reservada respecto a su posición política. En forma inusual en este país tan polarizado, se niega a decir si apoya a la oposición o a los candidatos del gobierno en lo que parece destinado a convertirse en un referéndum sobre la inestable gestión de Maduro.
«No importa si eres chavista u opositor», dijo. «Todos somos compradores».
AP