El alcohol quemaba su piel, sus heridas abiertas y sangrantes demostraban todo lo que el sentía tanto interna como externamente, dolor. Anthony Manuel Acosta Tovar, indocumentado, quien afirma tener 21 años, decidió causarte múltiples laceraciones en todo su cuerpo tras sentirse olvidado por sus familiares.
“Soledad, falta de cariño, eso es lo que siento. A veces en las noches lloro y sueño con un abrazo pero cuando caigo en cuenta de mi realidad, recuerdo que no tengo a nadie y me pongo peor. Los días de visita miro al techo, mientras los demás comparten con los suyos, a mi no me viene a ver nadie, aquí lo que tengo es más soledad”, comentó Anthony, al tiempo que corrían por sus mejillas varias lágrimas.
Los custodios lo ven, sienten pena, no comprenden cómo un joven que debería estar en una universidad disfrutando de los placeres de la vida se encuentra tras unas rejas con el mundo detenido.
Anthony tiene 80 días recluídos en las celdas de la Policía de Miranda, explica que tomó la decisión de agredirse porque consideró que es la única forma de llamar la atención de las autoridades. Está a la orden del Tribunal Segundo de Control por el delito de robo. No presenta registro en el Sistema de Identificación Policial pues es indocumentado. No obstante, afirma haber estado detenido durante tres años en el Inam. Los uniformados conversan entre sí recordando que están haciendo lo posible por sacarle algún documento de identidad.
“Quisiera saber si seré o no sentenciado para imaginarme un futuro mejor, quiero cambiar, ser diferente, estudiar para demostrarle a mi madre que a pesar que me abandonó y caí en la mala vida, pude salir adelante”, dice entre gemidos, mientras el paramédico continúa limpiando las laceraciones que se infringió.
Esta es la realidad de los 153 reclusos que se encuentran en los calabozos de la Policía de Miranda, quienes se sienten olvidados por el Ministerio Penitenciario y que reclaman a diario su debido proceso.
“Mi hermana me lo advirtió, que si volvía a caer me iba a dejar solo. Y así fue, aquí estoy en estas rejas hacinado con otros detenidos sin ni siquiera la esperanza que nos trasladen al Tribunal”, dijo.
“Quisiera que los tribunales o el ministerio se apiaden de nosotros y nos garanticen nuestros derechos. Sé que cometí un error y aquí lo estoy pagando. Soy joven, siento que merezco una nueva oportunidad de vivir y rectificar todo lo malo que he hecho”, concluyó Anthony.
En el lugar, el director presidente de la mencionada policía regional, comisario general Elisio Guzmán Cedeño, hizo un nuevo llamado a las autoridades competentes. “No es posible que un recluso haya llegado a este extremo para pedir su debido proceso. Los únicos perjudicados en la falta de asignación de cupos son ellos. El hacinamiento conduce a un estado de nerviosismo y estos son los lamentables resultados”.
Prensa Polimiranda