“Esta tierra es ancha y todos cabemos en ella sin estorbarnos los unos a los otros”. Rómulo Gallegos en Doña Bárbara
Juan Marcos Colmenares
Ahora, cuando ya estamos llegando al final de esta tragedia llamada “chavismo” o socialismo del siglo XXI, es cuando tenemos la necesidad de pensar sobre los diferentes escenarios a abordar en el futuro. Nos encontramos inmersos en un gran problema heredado. Una catástrofe nacional, una bomba de ingobernabilidad, económica y social que debemos solucionar. Por eso, estamos en la obligación de reflexionar sobre los espacios que quedan abiertos a la negociación, al diálogo y a la reconciliación.
Somos un país dividido, donde se estimuló el resentimiento, la envidia y la discriminación política y hasta religiosa. Donde se irrespetó la propiedad privada y se promovió una cultura de la violencia, donde se ofendía al oponente opositor, se le consideraba enemigo y se le obligaba a seguir una ideología política; y hay perseguidos, exiliados y presos políticos.
Tenemos la tarea de conseguir pasar de un régimen autoritario, militarista y corrupto, a una democracia civil, civilista y donde participemos todos. Hay que revisar el pasado con una mirada crítica. Nos toca trazar horizontes positivos para resolver los problemas. No es ni será fácil, pero debemos convocar a la reconciliación nacional y a un gobierno de transición.
Ese gobierno de transición debe llevar el objetivo común de recuperar las instituciones; restablecer la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) donde unos sirvan de peso y contrapeso de los otros; establecer un poder judicial autónomo que aplique la ley y la justicia; fundar una República donde se respete la ley, los derechos humanos y al ciudadano. Pero además, en este difícil proceso de transformación, se debe abordar el problema de la pobreza, de la inseguridad y de la violencia.
Reconciliación no quiere decir obligatoriamente olvidar, ni perdonar. Es un proceso largo que no sigue esquemas pre-establecidos y que para conseguirlo debe conocerse primordialmente la verdad. Porque la verdad es el camino a la reconciliación, se perdona pero no se olvida y no hay futuro sin perdón. Para lograr ese objetivo y por experiencia histórica será necesario nombrar una Comisión de la Verdad, sin revanchismos rencorosos ni radicalismos revolucionarios.
La reconciliación necesita un cambio social y profundo, pero sobre todo necesita unión. Y, como dice María Corina Machado: “Lo que más merecemos los venezolanos es estar unidos. Necesitamos una sola bandera, un solo color, una sola meta y trabajar juntos por ello. El odio es como un cáncer que nos va debilitando, que nos va dividiendo como sociedad y este es el momento de asumir que en Venezuela tenemos que reencontrarnos. Sanar heridas profundas, para poder hacer de nuestro país el lugar de grandes oportunidades y bienestar para todos. Queremos un país donde exista convivencia, donde podamos dormir tranquilos. Un país donde existan oportunidades para todos, donde exista la superación y donde exista un gobierno que gobierne para todos por igual. Venezuela necesita reencontrarse. Yo siento que las mujeres venimos con una misión de unir a la familia y Venezuela necesita ser reencontrada y unida, protegida y defendida. Y yo estoy dispuesta a hacerlo”.
En VENTE VENEZUELA compartimos principios y valores, tenemos la convicción de que tendremos un mejor futuro si logramos trabajar con unidad en la diversidad y estamos preparados para el construir y fortalecer la sociedad y el país que soñamos.
*Abogado.