Todo siempre ha comenzado tal y como Maduro lo comenzó este miércoles que pasó. Se abusa del poder comunicacional del gobierno para lanzar adjetivos estigmatizadores contra todo el que coyunturalmente resulte atractivo como “nuevo mejor enemigo”: los comerciantes
Lo único que dejó claro la pasada alocución de Nicolás Maduro, en la que se suponía que iba a anunciar importantes medidas económicas que quedaron en nada, es que lejos de afrontar los problemas que padecemos con seriedad y eficiencia, lo que el gobierno quiere es poner sobre los hombros de los demás, como siempre, las responsabilidades que no quiere asumir.
Esto no es lo único grave, también lo es, que este paso de la “papa caliente” a quien no se debe y a quienes no son responsables de los males económicos que padecemos, comenzó con el mismo sainete que ya en años anteriores dio lugar a muy negativos esquemas de persecución, que culminaron todos ellos, en gravísimas violaciones a los DDHH, que como tales han sido reconocidas no sólo en nuestro país sino también a nivel internacional.
Historial de desatinos
Recordemos por ejemplo cómo Chávez se afanó, primero, en culpar de todas nuestras cuitas y de las consecuencias de sus errores económicos al Paro Cívico Nacional de 2002-03. Cada vez que se le interpelaba sobre la progresiva pérdida de nuestro poder adquisitivo, cada vez que se le preguntaba por qué la inflación seguía en escalada, lo único que atinaba a responder era que todo era una “secuela” del paro cívico, olvidando por supuesto, que él mismo había reconocido que esa crisis fue para él “necesaria”, y que él mismo y su gobierno la “habían provocado”. Chávez, en varias cadenas nacionales, como lo acaba de hacer ahora Maduro, se ocupó de criminalizar a gruesos sectores de la población, lo cual dio lugar a írritas persecuciones penales, cuyos efectos aún se mantienen y pesan sobre muchas personas que aún permanecen procesadas, han sido condenadas o están en el exilio pagando culpas que no son suyas. Todavía, al día de hoy, es común escuchar de voceros oficialistas llantos y quejidos sobre el 11A, tratando de excusar sus fracasos en tales sucesos, sin tomar en cuenta que de aquello ya han pasado más de diez años y ahora estamos aún peor que antes. Mientras tanto, los familiares de los 19 fallecidos de aquellos días siguen a la espera de justicia, y Simonovis y los PM siguen presos, aún cuando la ley dice que ya deberían estar fuera de prisión, sólo porque el poder usa la justicia como arma de intolerancia y para hacer valer sus obtusas y falsas posiciones, que no para reivindicar la verdad o para garantizarnos, a todos, la paz.
Luego vino la arremetida contra el aparato productivo nacional. De acuerdo a la lógica Chavista, ahora Madurista, toda empresa que enfrentase problemas para mantenerse en pie y operar decentemente era una empresa “conspiradora” y “desestabilizadora”, que en consecuencia debía ser ocupada, intervenida o expropiada. Así pasó con Cemex y con muchas otras empresas, grandes y medianas. “Empresa parada, empresa ocupada”, nos suelta ahora, estulta, la Eekhaut, incapaz de aceptar que si una empresa “se para” no es por voluntad de los empresarios, a los que les interesa por el contrario que su empresa se mantenga y funcione bien, sino por culpa de un gobierno que no hace más que ponerles trabas, eliminando con saña cualquier capacidad productiva o de desarrollo.
También se creó en su momento, por orden directa de Chávez, la infame “Lista Tascón”, y desde allí se criminalizó a todo el que hubiese firmado para pedir el revocatorio presidencial, o hubiese votado contra el presidente. En paralelo, comenzó la estigmatización de los medios de comunicación privados críticos, como “criminales” o “mentirosos”, lo cual produjo no pocas persecuciones penales a periodistas y concluyó en el cierre de innumerables estaciones de radio y en el de RCTV.
De allí se pasó al ataque contra la industria agropecuaria nacional, a la que se hizo, como ahora ocurre con los comerciantes en general, responsable de la en ese momento incipiente, y ahora inclemente, escasez de ciertos productos. Era lo mismo, Chávez amanecía con los ganaderos y agricultores “atravesados” y ese día dedicaba una cadena nacional a estigmatizarlos y a etiquetarlos como delincuentes, dando pie a que el INTI, los colectivos y la Fiscalía hicieran de las suyas sin control alguno. Atrás quedaron la boyante industria azucarera nacional y Agroisleña, ahora Agropatria, convertida como muchas otras en un triste reflejo de lo que alguna vez fueron empresas eficientes y productivas.
Después, recordémoslo, vino el ataque contra los representantes del sector bancario nacional y de las casas de bolsa, a los que Chávez acusó, también en cadena nacional, de ser los “directos responsables de la inflación nacional” y de la ya en ese momento muy grave crisis económica –tal y como Maduro lo hace ahora contra los “nuevos enemigos”- y empezó una violenta ola de intervenciones y de persecuciones penales que condujeron a la cárcel a muchos inocentes (paradigmático es el caso de Econoinvest) y virtualmente desmantelaron todo el sistema bursátil patrio, con las graves consecuencias que de ello derivaron.
Así progresivamente, se han ido además soltando los perros rabiosos contra el sector inmobiliario, contra los propietarios que vivían de sus inmuebles en alquiler, contra las constructoras, contra los concesionarios de compra y venta de vehículos y contra todo el que se atreva a darle en la madre, cifras en mano, a quienes no terminan de aceptar, en el poder, que son su ineficiencia y su estupidez las verdaderas y únicas responsables de que la inflación, la carestía y la escasez se hayan enseñoreado en nuestra nación.
Los comerciantes:
nuevos “malos de la partida”
Todo siempre ha comenzado tal y como Maduro lo comenzó este miércoles que pasó. Se abusa del poder comunicacional del gobierno para lanzar adjetivos estigmatizadores contra todo el que coyunturalmente resulte atractivo como “nuevo mejor enemigo”, y de allí en adelante lo que viene es también sistemático y predecible: La fiscalía, los cuerpos de seguridad y el Indepabis se movilizarán contra los preseleccionados como “delincuentes”, que no contra quienes realmente lo son, se abrirán a diestra y siniestra investigaciones penales en las que no se respetarán las garantías procesales ni derechos elementales de los justiciables, y al final, lamentablemente, contaremos con una nueva “camada” de presos y de perseguidos por motivos políticos, que hará aún más oscuras las páginas de nuestra historia.
Ahora, los nuevos “malos de la partida” son los comerciantes que aún mantienen a duras penas la cabeza a flote y los dueños de las páginas web en las que el país refleja la verdad de nuestros costos y la de los precios de todo, desde lo que cuesta en verdad un par de zapatos hasta lo que vale en realidad el innombrable. Ya se dio el primer paso a su persecución, ya se “decretó” su carácter pretendidamente criminal, ya se les hizo responsables de todo lo malo, sólo para escurrir el bulto, para mostrarles luego como trofeos de guerra y para librar de culpas a quienes, con Maduro al frente, sí han cavado a pulso la tumba en la que yacerá nuestra economía a muy corto plazo.
Ahora, los nuevos “malos de la partida” son los comerciantes que aún mantienen a duras penas la cabeza a flote y los dueños de las páginas web en las que el país refleja la verdad de nuestros costos y la de los precios de todo,
CONTRAVOZ
Gonzalo Himiob Santomé
Twitter: @himiobsantome