Como ya arrasaron, a punta de expropiaciones e invasiones, con la producción agrícola y pecuaria venezolana, y como ya exterminaron a la mitad de las industrias que existían en nuestro país en 1998, ahora los burócratas emprenden “la guerra” contra lo que queda: El comercio
De la “ofensiva” contra el comercio hasta el emplazamiento de baterías antiaéreas en los barrios, pasando por la exhumación del plan “Barrio Nuevo Barrio Tricolor”, anuncios oficiales generan preocupación en vez de simpatías…
En la mañana de ayer sábado 9 de noviembre las redes sociales amanecieron inundadas con imágenes del presunto saqueo y efectivos destrozos perpetrados el día viernes contra la sucursal en Valencia de la cadena de venta de electrodomésticos “Daka”. Menos difusión tuvo lo ocurrido en La Candelaria, Caracas, cuando tras una visita del INDEPABIS un grupo (pequeño, en verdad) de activistas oficialistas se concentraron frente a la conocida tienda de electrodomésticos “Pablo Electrónica”, reclamando a gritos su “expropiación”. Y mucha menos atención pública tuvo la versión que circuló en la red social Twitter sobre una situación irregular que habría tenido lugar en la sucursal ubicada en la UD4 de Caricuao de una red de supermercados populares.
Gobierno no dispensa soluciones, pero reparte culpas
Todo esto ocurrió tras los anuncios formulados por el señor Nicolás Maduro Moros, presidente proclamado por el Consejo Nacional Electoral, en una alocución transmitida la tarde del viernes en radio y TV desde el Barrio “El Esfuerzo” en Puerto La Cruz, Anzoátegui, convenientemente lejos de los acontecimientos. Tiene razón el señor Maduro al decir que el venía advirtiendo sobre la adopción de medidas de esta naturaleza. La “ofensiva” gubernamental contra el sector comercio estaba anunciada, y en realidad era esperable: El Banco Central de Venezuela certifica que desde 1950 no había tenido Venezuela un mes de octubre con inflación intermensual tan alta; faltando aun el “pico” estacional de noviembre y diciembre, ya el acumulado anual de la inflación en Venezuela es casi 48% (la más alta del mundo), y la inflación anualizada (de octubre de 2012 a octubre 2013) en el sector alimentos, que es la que con más saña golpea el bolsillo y el estómago de los más pobres, alcanza 70%.
Estos números significan hambre, precariedad, privaciones para el pueblo. Sobre todo si a esta situación de altos precios añadimos la realidad de la escasez. Es decir, si la inflación aun deja al pueblo algún dinero para comprar los productos esenciales de la canasta básica, encontrarlos en los vacíos aparadores de los comercios es una hazaña adicional. Y si se encuentran, al final de un duro peregrinar por toda la ciudad y de horas de colas frente al establecimiento donde presuntamente está el producto buscado, aun hay que pasar por la humillación de ser marcado como ganado y tratado como delincuente para lograr el “privilegio socialista” de adquirir dos paquetes de harina de maíz, una bolsa de leche en polvo o cuatro rollos de papel higiénico…
Durante meses la propaganda de Maduro negó que hubiera escasez y carestía. Dijeron que lo que había eran “compras nerviosas” estimuladas por una supuesta “guerra psicológica”. Colocado contra la pared por la realidad y por el propio Banco Central, el gobierno admite finalmente que si hay inflación y desabastecimiento, pero intenta ahora “fabricar” un culpable para no asumir su responsabilidad. Como ya arrasaron, a punta de expropiaciones e invasiones, con la producción agrícola y pecuaria venezolana, y como ya exterminaron a la mitad de las industrias que existían en nuestro país en 1998, ahora los burócratas emprenden “la guerra” contra lo que queda: El comercio. Creen que estimulando la violencia, el enfrentamiento de pueblo contra pueblo, de consumidores contra comerciantes, escurrirán el bulto y no pagarán su inmensa culpa como responsables directos de este inmenso fracaso: Haber gobernado durante casi 15 años un país con inmensos recursos, y que ahora a sus habitantes no nos alcance el dinero ni encontremos que comprar.
“Barrio viejo-barrio derrumbado parte 2”
\No es en el área económica la única en que las medidas oficiales están generando violencia en contra de los sectores populares. La “exhumación” por parte de Maduro Moros del Plan “Barrio Nuevo Barrio Tricolor” constituye para los habitantes de los barrios populares no una “oferta” sino, en realidad, un peligro. Ese programa, anunciado con bombos y platillos por el Presidente Chávez a principios del 2009, fue abrupta y silenciosamente sacado de escena en enero de 2011, una vez que el mismo gobierno pudo constatar que buena parte de las zonas de barrio que se cayeron bajo el impacto de la vaguada de septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 2010 fueron justamente aquellas que habían sido intervenidas por “Barrio Nuevo-Barrio Tricolor”. Desde aquí lo advertimos, sin que los burócratas oyeran: Pintar los ranchos no aminora el riesgo, y construir fachadas, como en esa oportunidad también se hizo, añadía peso a terrenos que ya no lo aguantaban.
Para los habitantes de los sectores populares el saldo del plan “Barrio Nuevo Barrio Tricolor” tras los aguaceros del último cuatrimestre de 2010 fue de derrumbes y dolor. En cambio, para los publicistas del gobierno el asunto se redujo a crear un nuevo slogan, que en breve tiempo surgió: “Gran Misión Vivienda Venezuela”, un plan que en vez de pretender “urbanizar los ranchos” terminó propiciando la “ranchificación” de la ciudad. Ahora, cuando a un mes de las elecciones municipales del 2013, el señor Maduro Moros saca de la tumba aquel fracasado Plan y pone al frente del mismo a un también fracasado gerente (el Sr. Ángel Rodríguez, fugaz ministro de energía eléctrica que solo duró una semana en el cargo), desde los sectores populares exigimos al Gobierno Nacional que explique en detalle de qué manera fueron subsanados los errores (si es que lo hicieron) que obligaron al gobierno a paralizar ese plan a principios de 2011. Porque para el gobierno lo que está en juego es, quizá, como hacer campaña electoral con materiales de construcción a falta de razones y argumentos. Pero para el pueblo es la vida lo que está en juego.
Baterías antiaéreas en los barrios, desprecio a la vida…
Lo que sí no es sólo un “peligro”, sino una directa y concreta amenaza para la seguridad y la vida de los habitantes de los sectores populares, es el anuncio oficial de emplazar “baterías antiaéreas” en el corazón de los barrios. Además de la necedad estratégica que implica revelar a hipotéticos enemigos el lugar donde serían emplazados estos importantes elementos de defensa, destaca en esa peregrina declaración oficial la inmensa irresponsabilidad de convertir en blancos militares a zonas densamente pobladas. Nuestros barrios necesitan de todo: obras de ingeniería que aseguren la estabilidad de sus terrenos; construcción o renovación de sus redes de cloacas, aguas blancas y tendido eléctrico; construcción de la vialidad (interna, perimetral, y de conexión con los centros urbanos de empleo y servicios), entre muchísimas otras cosas. Pero si hay algo que NO NECESITAN nuestros sectores populares es el emplazamiento de instalaciones que conviertan a nuestros barrios en “blancos militares” y a sus habitantes en escudos humanos.
¡DEMAGOGIA NO, CAMBIO SI!
Los pobres de Venezuela ya aprendimos que los remedios que el gobierno aplica suelen ser peores que las enfermedades que pretenden curar. Los trabajadores que aplaudieron la estatización de los Hipermercados “Éxito” son los mismos trabajadores de los Mercados Bicentenario que hoy protestan en las calles la violación de sus derechos laborales y constitucionales. Los trabajadores que ayer celebraron la estatización de SIDOR o de las cementeras son los mismos que hoy denuncian que las mafias enchufadas controlan el mercado negro de la cabilla y el cemento. A partir de esa experiencia, le costará a gobierno encontrar ahora quien le acompañe en su guerra contra el comercio pues, oportunistas aparte, el pueblo sabe que cada comerciante legítimo que saquen del mercado será sustituido por un especulador con impunidad garantizada por sus conexiones con las mafias rojas.
El pueblo no quiere más demagogia ni irresponsabilidad. Lo que queremos es cambio. Y al cambio no lo para nadie.
¡Palante!
Radar de los Barrios
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @chuotorrealba