Si ponemos a un grupo de elefantes a «tocar» instrumentos musicales, ¿obtenemos música orquestal o sólo un sonido muy ruidoso?
La respuesta dependerá del que la conteste: para el fundador de una banda de elefantes en Tailanda, los animales realmente son músicos. Los puristas, por supuesto, podrían encontrar la sección de percusión un poco «pesada» y quizás se darían cuenta de que no todos los integrantes de la banda están siguiendo al conductor.
Pero muchos otros quizás no se quejen porque, después de todo, esta orquesta literalmente toca por un cacahuate. «A Mei Kot le gusta golpear con todas sus fuerzas el gong. Chapati es muy, pero muy bueno en el bajo», asegura Dave Soldier, cofundador de la banda que se jacta de ser tres veces más pesada -literalmente- que la Filarmónica de Berlín.
«En cuanto Phong toma la baqueta no puede dejar de tocar. Y Luk Kop podía tocar tres tambores al mismo tiempo e incluso podía marcar ritmos».
«Pero se volvió muy peligroso y ya no pertenece a la orquesta», dice Soldier, un músico y compositor reconocido que ha tocado con artistas como Bo Diddley y David Byrne.
Capacidad musical
La llamada Orquesta Tailandesa de Elefantes fue establecida en el 2000 por Soldier y Richard Lair, un estadounidense conocido como «profesor elefante» que dirige el centro de conservación de Lampang, en el norte de Tailandia, donde viven los animales.
Para Soldier, que también es profesor de neurociencias en la Universidad de Columbia, fue una oportunidad para explorar las capacidades cognitivas y musicales de los elefantes. Y Lair pensó que los animales músicos ofrecerían una atracción para ayudar a reunir fondos, sumamente necesidades, para la conservación.
«Richard me invitó a Tailandia para construir los instrumentos en un taller de metal gigante. La orquesta ahora tiene 22 instrumentos, todos creados para que el elefante los toque con la trompa o con una baqueta adherida a la trompa», agrega.
«Pensé que teníamos que darles una banana cada vez que tocaran el instrumento y una manzana cada vez que entonaran una nota», explica. «Pero nos dimos cuenta de que no era así».
«Yo tocaba, les daba la baqueta y ya: a los pocos minutos los animales estaban tocando». «Los tailandeses me dicen que suena como la música de los templos budistas», asegura Dave Soldier.
Los mahouots, las personas que manejan y conocen a un elefante, siempre tocan música y cantan a sus animales porque creen que esto los calma y los hace más felices. Para la banda se les ve acompañando a sus ejemplares cantándoles o tocando instrumentos de cuerda.
La historia no termina allí. Los elefantes ya grabaron tres álbumes musicales. Algunas de las pistas fueron improvisadas, con los mahouts indicando a los animales cuándo debían comenzar y cuándo dejar de tocar.
Otras pistas son de melodías tradicionales tailandesas en las que cada elefante toca una nota de la escala cuando el mahout les hace una señal.
Pero, ¿pueden ser los animales verdaderos músicos?
Ya hay ejemplos de otras especies animales que reproducen sonidos animales.
Un canto de ballenas fue comercializado como música para relajarse cuando el científico marino Roger Payne la lanzó en un disco titulado «Songs of the Humpback Whale» («Cantos de la Ballena Jorobada») en 1970. Pero esa fue una reproducción de sonidos animales naturales.
Para Soldier, los elefantes tailandeses sí son músicos porque «conscientemente utilizan instrumentos para improvisar nuevas melodías» y además, dice, disfrutan del proceso tanto como los artistas humanos.
E incluso, dice, está «impresionado con la profundidad de sus personalidades». «Hacen cosas que no puedes imaginar que otros animales hagan, y son capaces de una conducta increíblemente complicada», indica.
Pero Soldier acepta que no todos reciben con el mismo entusiasmo su trabajo. Sabe que hay escepticismo sobre sus teorías pero asún así, cree que sus experimentos sí son útiles.
«Lo que quiero decir es que tenemos que ser más imaginativos en nuestras relaciones con los animales» afirma. «Porque la apreciación del arte y la música parece ir más allá de nuestra propia especie».