Las visitas a la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá no se han detenido. Cientos de visitantes, de fieles, se han conglomerado en el templo durante todo el día para festejar el día de la patrona de los zulianos.
Personas de todas las edades, niños, adultos mayores y jóvenes, le rinden hoy un cálido homenaje a la Chinita. Con flores, rosarios y luces encendidas sus creyentes colman el lugar elevando oraciones en su honor.
«Estamos desde tempranas horas del día sentados aquí orando. No ha sido fácil el ingreso al templo. Son muchos los creyentes que como nosotros están aquí dedicándole oraciones, agradeciéndole por tanto. En mi caso, por la salvación de mi nieta, estuvo muy malita al momento de nacer y ella intercedió y me la salvó. Le debo mucho», manifiesta Gloria del Carmen Antúnez, marabina.
El Día de la Virgen de Chiquinquirá es uno de los más emotivos en la entidad zuliana. Personas de diferentes puntos de la región, así como de otros estados venezolanos, visitan Maracaibo para reencontrarse con la Virgen Morena.
Llegando de Yaracuy, Ildebrando Montiel fue al templo a llevarle unas flores a su Santa Madre. Confiesa que se hizo devoto de la Chinita luego de sufrir un accidente que casi le quita la vida.
«Estaba haciendo un trabajo en el centro de Maracaito cuando me caí de un andamio. Fueron más de tres metros de altura que caí, justamente diagonal a la Basílica ocurrió todo. Fueron minutos horribles para mí, pero lo único que recuerdo con exactitud fue que estando en el piso mientras esperaba a la ambulancia para movilizarme, vi una luz muy fuerte que venía de la Basílica. Era como si me alumbrara directamente a mí, provenía de su corona. Luego de varios días de salir del estado en el que estaba comprendí que esto había sido un milagro, su milagro», contó mientras abrazaba a uno de sus hijos.
Como la de él, cientos de anécdotas hoy se recuerdan al lado de la patrona. El templo se mantiene repleto de niños, muchos como parte de promesas que han hecho sus padres y familiares.
El amor hacia esta virgen rompe barreras del tiempo y del espacio. Sus fieles no miden distancias ni minutos y son capaces de soportar largas colas y el calor propio de la ciudad, tan sólo por tocar su aposento. Sus bendiciones son un halago.
AVN