Inseguridad y temor es lo que ha desencadenado la toma ilegal que protagonizaron hace aproximadamente unos tres años unas 100 familias que ocuparon terrenos de este centro de salud, donde el número de niños y madres solteras crecieron, al igual que la delincuencia y mala convivencia en el lugar, según lo denuncian quienes por allí laboran y transitan
Cuando se le pregunta a los vecinos y trabajadores del Hospital Dr. José Gregorio Hernández, mejor conocido Hospital de Los Magallanes de Catia, por las invasiones, condicionan su respuesta a si se les garantiza el anonimato.
“¿Cómo hace uno para hablar sin miedo si el invasor habita donde uno vive o labora?”, expresó un trabajador, quien no obstante relató que desde que ocuparon unos terrenos pertenecientes al mencionado centro de salud, la inseguridad en este lugar “goza de buena salud”, dado que lo que comenzó siendo un pequeño grupo de familias, integradas por al menos 100 personas, hoy parece ser una comunidad de al menos 300 personas que se dieron tarea de convertir ese espacio en un conjunto de residencia pero ocupado por ranchos improvisados.
Improvisadas
Viviendas de bloques y de zinc rodeada de claves eléctricos conectados por algunos postes de luz y del propio centro médico, es así como luce este lugar que fue construido por estas familias, asegura el fuente, quien aunque admite que estas personas requieren de una ayuda habitacional, pues las conforman madres solteras, no es razón alguna para tomar un lugar de forma ilegal y de paso es que propiedad del hospital para construir una vivienda, por el sólo hecho de no contra con una propia.
Quienes laboran en el centro de salud se han impuesto un toque de queda, en la que después de llegar a su sitio de trabajo no salen por los alrededores, sino cuando terminan su jornada de trabajo, igualmente aquellos vecinos quienes antes después de la 5:00 de la tarde no salen de sus hogares, dado al alto nivel de criminalidad, pues el patrullaje es realizado por apenas 30 funcionarios en un territorio que abarca poco más de 12 km2, de hecho no es consecuente.
“Mal Vivir”
Cuenta que precisamente los fines de semanas son de anarquías, además de tener que soportar su mal comportamiento y escenas bochornosas cuando tienden su ropa en la cerca y lidiar con sus gritos cuando discuten entre ellos, porque uno cargó más cantidad agua potable que el otro, también tienen que luchar con los camiones de arenas cuando quieren construir una parte de su vivienda.
Pero la situación, señala el trabajador, sigue siendo crítica cuando cae la noche, “los invasores aseguran que un grupo de delincuentes se encarga de cometer su fechoría y luego utiliza su terreno para custodiarse, pero es difícil de creerlo cuando muchos de estos malhechores han sido vistos por algunos vecinos viviendo dentro del lugar”, explicó.
Y es que, aunque estas personas se niegan irse a un refugio, ya que aseguran que la situación que se vive dentro de estos albergues es muy insegura, que es la única solución que le encuentran para que estas personas “le devuelva el terreno a al centro de salud que serían destinado de aquellos niños que eran atendidos en el área de Pediatría”, finalizó la fuente
“Pagamos por estar aquí”
“Es injusto que después de que pagamos por un terreno a un monto de 5 mil a 8 mil bolívares, pretendan sacarnos de aquí”. Así lo expresó Yeraldín González, quien se calificó como una madre desesperada en busca de un techo para sus hijos, por lo que sólo esperada ser adjudicada.
Destacó que durante los dos años de estadía en este lugar, ningún ente gubernamental se ha apersonado al lugar, ni quiera han hecho una inspección o censo en el lugar que “nos de una esperanza de que algún momento viviremos un lugar digno”, concluyó
Mairy Chourio / @mairychourio