Entérese de como Mackled terminó siendo el “ideólogo” del madurismo, fase terminal del autoritarismo…
“Perturbación y plasma socialista”, parece ser el nuevo saludo de la cursilería protocolar gobiernera. “Saquearemos y revenderemos”, es la respuesta atronadora, no de las gargantas, sino de los hechos. En un encuentro con amigos chavistas (que los tengo, y muchos: No de los oficialistas que andan guisando en los ministerios o en las empresas del Estado, ni de los que se hicieron millonarios fungiendo como testaferros en empresas de maletín para especular con los dólares de la República, sino chavistas de a pie, los del barrio, los del pueblo, esos que hasta hace poco decían “mi comandante tiene buenos sentimientos pero está mal rodeado por unos corruptos que le esconden la verdad”, los mismos que ahora no pueden reconocerse en un gobierno ejercido precisamente por quienes “mal rodeaban” a su comandante…), al conversar con ellos descubro que están completamente sorprendidos, algunos incluso asqueados: No entienden como un “proceso revolucionario”, orientado supuestamente a la construcción de un “hombre nuevo”, inspirado en los valores de una “nueva ética socialista” termina jugándose como carta de sobrevivencia electoral el estímulo a las más bajas pasiones consumistas del venezolano, llevando a muchas personas (“Daka, Daka, Daka querida…”) casi hasta las puertas de la conducta delincuencial, convirtiendo la rebatiña electrodoméstica en una pésima caricatura de lo que Marx etiquetó como “lucha de la clases”.
“Maduro” se escribe con “M” de Mackled
Respetuoso como soy de nuestras diferencias (he llegado a tener excelentes relaciones personales, de amistad y de lucha compartida con líderes comunitarios pro oficialistas, precisamente porque hacemos énfasis en lo que nos une y no en lo que nos separa) propuse a mis amigos chavistas del barrio que “halaramos la cabulla”, que trataramos de desenredar la madeja, que intentáramos identificar cual fue el momento en que ese sector político creyó que podía sustituir la “batalla de las ideas” con el reparto de artefactos de línea blanca.
Fue así como llegamos a los meses previos a las elecciones de gobernaciones y alcaldías del año 2008. Un individuo de nombre Abdalá Mackled, hermano de Wallid Mackled (sí, Mackled, ¿se acuerdan? aquel sujeto, acusado de ser capo del narcotráfico, que cuando cayó preso en Colombia declaró a la prensa cosas interensantísimas sobre presuntas conexiones de funcionarios civiles y militares del Gobierno venezolano con ese horrendo negocio, y que desde que fue extraditado y está preso en Venezuela no ha vuelto a decir más nada… ¿recuerdan?), bueno, pues ese Abdalá quiso ser candidato del PSUV a la Alcaldía de Valencia y como no lo logró se lanzó como abanderado de un micropartido del “proceso”.
Entre otros negocios, la familia Mackled tenía almacenes de venta de electrodomésticos, línea blanca, etc., y por ello le fue sencillo a ese candidato “revolucionario” hacer campaña repartiendo artefactos en vez de panfletos. Como le suele suceder a los precursores, jamás imaginaría Abdalá que su “estilo” de campaña terminaría siendo un patrón de conducta de los candidatos “socialistas”, que superaron así el muy criticado cuento de los candidatos adecos y copeyanos que en el pasado canjeaban bloques y planchas de zinc por votos.
Los fracasos de Don Regalón
En efecto. Poco tiempo después el “estilo Mackled de debate revolucionario” se transformó en patrón de conducta de todo el PSUV. Colchones, neveras y demás electrodomésticos se convirtieron en los principales “argumentos” de diversos candidatos “socialistas” en todo el país. En Petare fue célebre la “indignación” del entonces candidato psuvista a la alcaldía Jesse Chacón al saber que el pequeño “Coliseo”, denominado también “la gallera”, sede de la Policía de Sucre, se encontraba atiborrado de colchones y artefactos usados por el entonces alcalde “Papi Papi” Rangel para hacer proselitismo.
Pero de nada valieron los regalos. El candidato Ocariz proclamó la “Operación Agarre”: “Si le van a regalar algo”, decía a los habitantes de los barrios, “agarre lo que le den y vote de acuerdo a su conciencia”. Lo que terminó ocurriendo ya es historia, y allí esta Ocariz exhibiendo una sólida gestión y disparado hacia una reelección con aproximadamente 60% de los votos. Actualmente en Porlamar las personas acuden en masa a los sitios donde el candidato oficialista Dante Rivas regala artefactos y peroles… y lo hacen ataviados con gorras y franelas del candidato de la unidad Alfredito Díaz, a quien siguen haciendo campaña en plena cola del reparto rojo.
De “Mí casa bien equipada” a “que no quede nada en los anaqueles”…
Además de práctica electoral, la regaladera de artefactos a cambio de votos y sumisión se transformó en “política de Estado” mediante la llamado misión “Mi Casa Bien Equipada”, curiosa versión “socialista” del “American Way of life”, con la diferencia de que en el estereotipado sueño americano de los años 50 la felicidad electrodoméstica se basaba en productos norteamericanos, construidos en fábricas norteamericanas por obreros norteamericanos, mientras que en su insólita versión chavista todo dependía de trastos chinos de tecnología obsoleta importados con petróleo vendido a futuro…
Con esos antecedentes, es posible entender como alguien pudo imaginar que un grito como aquel “Que no quede nada en los anaqueles” podía ser una “arenga revolucionaria” y no lo que en realidad fue: Una incitación a delinquir basada en la exaltación de la alienación consumista, inherente al más salvaje capitalismo. ¿Qué tal, camaradas?
Desesperación desde el sótano once
A algunos preocupa el éxito que como anzuelo electoral pueda tener la rebatiña electrodoméstica. Yo en realidad no creo que lo tenga. No mucho, en todo caso. Hay que recordar que según Datanálisis, Maduro ha caído 12 puntos desde el 14 de abril hasta la fecha. Según el CNE, Maduro “ganó” esa elección por apenas un punto, lo que quiere decir que en la actualidad el gobierno está en el sótano 11 de la impopularidad. Si la rebatiña electrodoméstica lo mejoró en algo, es tan profundo su abismo que no creo que se note.
En el barrio, hasta mis amigos chavistas me dicen con rabia: “Aja, tengo la nevera, ¿Y qué le meto adentro, si comida no hay? Además no puedo ni enchufarla, porque apenas lo hago se me puede quemar con los apagones, y la rebatiña no da garantía…”.
La verdad verdadera es que el pueblo venezolano aprendió a distinguir realidad de demagogia, aprendió a diferenciar entre “pan para hoy y hambre para mañana”, y lo que son soluciones de verdad al drama nacional de la especulación, la escasez y la inseguridad. Prueba de ello fue precisamente la intensa jornada nacional de protesta de ayer sábado 23, contra la Habilitante y la crisis, la primera de varias que culminarán en el Día Nacional de la Protesta, el 8D
Que no quepa duda: ¡El pueblo va a ganar, combinando calle y mesas electorales! ¡Palante!
Radar de los Barrios | Jesús Chuo Torrealba | Twitter: @chuotorrealba