Para entender por qué Brasil ve una oportunidad de negocios en la escasez de productos básicos en Venezuela, basta mirar la larga lista mercaderías que sus empresas exportan al país vecino: desde carne y pasta hasta pasta dental o pañales.
Varios de esos productos han faltado en las estanterías de tiendas venezolanas en los últimos tiempos y Brasilia abrió negociaciones con Caracas para convertirse en un «gran abastecedor» de su mercado, tras una expansión del intercambio bilateral en años recientes.
«Tenemos capacidad de sustentar un eventual aumento de demanda de Venezuela», dijo André Marcos Favero, director de Competitividad en el ministerio brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior.
«Esperamos que, ante la escasez en Venezuela, la tendencia sea que el propio gobierno venezolano estimule más las importaciones de productos cuya falta está afectando mucho al ciudadano venezolano y que Brasil puede suplir con tranquilidad», le comentó a BBC Mundo.
En la lista, según el funcionario, se cuentan bienes básicos como carnes, alimentos procesados, productos de higiene y limpieza.
Sin embargo, estos planes enfrentan una realidad adversa: según datos oficiales, las exportaciones de Brasil a Venezuela cayeron 14,2% entre enero y octubre en comparación con el mismo período del año pasado, pese al ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur en julio de 2012.
Entonces, ¿cómo se explica esta paradoja?
Control de cambios
Favero afirmó que la caída general de las exportaciones brasileñas a Venezuela responde a diferentes factores, como la desaceleración económica global o la mayor competencia de China y otros países, en particular en el sector manufacturero.
Diversos especialistas creen que detrás del fenómeno hay problemas de costos de la industria brasileña, que tiene a la región como un mercado clave.
Pero la caída también es atribuida a las dificultades que enfrentan los importadores venezolanos para obtener dólares con que pagar mercaderías, debido al control cambiario en su país.
Según cálculos privados, la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), entidad gubernamental venezolana a cargo de esos controles, tenía en mayo pagos atrasados a los importadores por cerca de US$8.000 millones.
El monto incluía unos US$1.500 millones vinculados a importaciones de productos de Brasil, señaló entonces la Cámara de Comercio Venezolana-Brasileña.
«Tengo clientes que llevan más de un año esperando la liberación del Cadivi», dijo Welber Barral, exsecretario brasileño de Comercio Exterior y socio de la consultora Barral M Jorge.
«Eso aumentó el riesgo en las exportaciones a Venezuela y las empresas brasileñas terminan dirigiendo las exportaciones a otro lugar», agregó en declaraciones a BBC Mundo.
Así, las ventas generales de Brasil a Venezuela pasaron de US$4.269 entre enero y octubre de 2012 a US$3.661 millones en el mismo período de este año.
Aunque productos como la carne bovina aumentaron 90% este año, otros como las autopartes cayeron más de 50%.
Y si bien Venezuela sigue siendo mercado importante para Brasil, hoy parece improbable que el gigante sudamericano alcance el superávit comercial récord que tuvo en 2012 con su vecino.
«Gran reserva»
Las negociaciones bilaterales para buscar una solución al problema de los atrasos de pagos de Venezuela incluyeron gestiones oficiales de altos cargos.
Desde Brasil el ministro de Desarrollo, Fernando Pimentel, y el asesor para asuntos internacionales de la Presidencia, Marco Aurelio García, viajaron a Caracas el mes pasado para tratar el asunto con autoridades venezolanas, informó la prensa brasileña.
«El gobierno venezolano quiere hacer una gran reserva de alimentos y otros bienes, que permita enfrentar la situación de escasez», declaró García a su regreso al diario brasileño Valor Económico.
Una fórmula que se negocia es usar en Brasil el Programa de Financiamiento a las Exportaciones (Proex), que se alimenta con fondos públicos, para otorgar créditos a empresas brasileñas que exportan a Venezuela. La garantía sería gubernamental, a través de los bancos centrales de los países, explicó Favero.
El Proex contó para este año con fondos equivalentes a unos US$660 millones y se espera que reciba la misma cantidad en 2014.
«Para Venezuela también será una ventaja porque tendrá acceso a crédito, que allí está cada vez más caro y las fuentes de crédito se están volviendo más escasas», sostuvo el funcionario brasileño.
Dudas
Sin embargo, la posible solución que negocian ambos gobiernos ya genera dudas.
«Hay una disminución del riesgo por la garantía de pago, pero no acelera el pago. Y el gran problema que las empresas brasileñas reclaman es justamente la demora», evaluó Barral.
Favero aseguró empero que «sería una condición sine qua non agilizar la obtención de moneda extranjera por el exportador venezolano» para que el acuerdo surta el efecto deseado.
Marcelo Coutinho, profesor en Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro, consideró importante que los exportadores brasileños tengan apoyo gubernamental, pero sostuvo que en este caso la movida puede ser riesgosa.
«Venezuela no aparece como un socio confiable respecto a su capacidad de honrar sus compromisos de pago», sostuvo.
«Es un buen mercado para Brasil, pero al mismo tiempo no podemos cerrar los ojos a sus problemas».
BBC Mundo