Algunas de las mentes más brillantes de la investigación médica trabajan para entender, y algún día eliminar, una de las mayores causas de muerte en el mundo: el cáncer. Pero no todos son doctores, químicos y biólogos. Un experto en estadística como el profesor Terry Speed también son una pieza clave en este complicado rompecabezas.
Piensa en células como en fábricas de cuerpos humanos. Piensa en las moléculas que hay adentro como en máquinas.
Algunas veces esa maquinaria entra en caos y los científicos quieren saber cómo y por qué.
Así es como el profesor Terry Speed describe el trabajo en el que está involucrado.
Las nuevas tecnologías permiten que se extraiga mucha información de las células que no se comportan bien.
Pero grandes cantidades de información son sólo eso, grandes volúmenes de datos, hasta que se ordenan, analizan e interpretan. Aquí es donde entra Speed con sus conocimientos estadísticos.
Speed ha desarrollado herramientas matemáticas y de estadística que ayudan a que toda la información tenga sentido y permita a los biólogos responder las grandes preguntas.
¿Está en la estadística?
Los patrones en los datos pueden ser analizados. Se puede ver cómo una célula sana difiere de una célula tumoral.
¿Es posible que sean los estadísticos los que al final encuentren la cura del cáncer? «Me pongo un poco cauteloso cuando aparece la palabra ‘cura'», comenta Speed.
«Vamos a pensar más en términos de tratamiento, en términos de lo que estamos haciendo. Lo que está pasando es que con el tiempo vamos entendiendo que el cáncer es cada vez más diverso, y no será cuestión de atacar un punto débil que ponga fin a todos los cáncer».
Extraer y entender la información que llevamos en nuestro cuerpo significa que podemos ser tratados como lo que somos, individuos.
«Cuando una mujer tiene una protuberancia en su tiroides, con tan sólo mirarla no puedes diferenciar si es benigno o maligno. Pero si te fijas en las células, puedes ver que hay una firma que dice ‘benigno’ o ‘maligno'».
Anteriormente, para curarse en salud, si los doctores no podían diferenciar un tumor benigno de uno maligno, sencillamente lo retiraban todo.
«Esta pobre mujer no sólo pasa por una cirugía, sino que termina condenada a una terapia de hormonas por el resto de su vida, debido a que perdió su tiroides», señala Speed, quien es jefe de bioinformática del Instituto de Investigación Médica Walter and Eliza Hall, y acaba de ser galardonado por el gobierno australiano.
«Ahora, si podemos estudiar esas células, prevenir esa operación innecesaria, ya es un gran avance. No estaríamos curando el cáncer, pero estaríamos haciendo una gran aportación».
«Medicina personalizada»
¿Estamos hablando de un futuro en el que los pacientes tendrán su cuerpo analizado por un estadístico? «Absolutamente», responde Speed.
El experto agrega que la frase de moda es «medicina personalizada».
Hasta ahora, si tenías un cierto tipo de cáncer, te daban el mismo tratamiento, los mismos fármacos que a todos los demás con la misma enfermedad. Pero -según Speed- eso va a cambiar.
«Cada vez aprendemos más sobre las idiosincrasias de los tumores y, en particular, de cómo se relacionan con los individuos, porque los antecedentes genéticos también contribuyen».
«Y en la medida que vayamos aprendiendo, podemos hacer que las terapias, los tratamientos y los fármacos se hagan a la medida», agrega. «No es cuestión de hacer un gran ensayo clínico en el que a la mitad de las personas le das un medicamento y a la otra mitad otro, porque la diversidad en cada una de esas mitades es increíble».
Cuando el desarrollo tecnológico de finales de los 80 significó que los niveles de actividad de miles de genes se podían analizar simultáneamente, Terry Speed fue uno de los primeros en meterle mano a esa información. Sus técnicas de análisis todavía se utilizan en laboratorios de todo el mundo.
Modestamente, él asegura que sencillamente estaba en el lugar adecuado (Berkeley) y el momento adecuado y que cualquiera pudo haberlo hecho. Dice que sencillamente tuvo suerte en tener el perfil que buscaban, pues empezó estudiando medicina antes de cambiarse a matemáticas y estadística.
Si el uso pionero de la nueva tecnología genética y molecular le ofreció a Speed -y a la investigación sobre el cáncer- la oportunidad del «lugar y momento adecuado», ¿en qué otras áreas puede surgir la coyuntura para que un joven estadístico deje su marca?
«Siempre he pensado en la comprensión del cerebro, en entendimiento de la conciencia», responde Speed, de 70 años. «En otra vida creo que me hubiera sumergido en la neurobiología, porque las enfermedades mentales, las psiquiátricas, son increíblemente importantes en nuestra sociedad. Y sólo estamos rascando la superficie para entender las causas de la esquizofrenia o el trastorno bipolar».
«Sencillamente estamos empezando a obtener muchos datos del cerebro y la historia va estar ahí, en la información del cerebro».
BBC Mundo